La ausencia de políticas públicas eficientes para el mejoramiento y mantenimiento preventivo de resumideros naturales captadores de agua, el abandono de acciones para desazolvar y mejorar presas captadoras del vital líquido y la falta del tratamiento de las aguas residuales de casas y de todo tipo de industrias, aunado al desinterés del uso y aprovechamiento racional de quienes somos usuarios del agua, está provocando una crisis de abastecimiento que de no atenderse puede generar riegos dramáticos de salud y desestabilización social; basta conocer el estado de irritación de vecinos inconformes por no recibir este vital líquido.
El futuro nos alcanzó con presas como de La Esperanza en Tulancingo llena de lirio y azolvada que ya no retiene la suficiente agua para riego; la desaparición de presas de captación de agua de lluvia para riego y consumo humano que han sido deliberadamente alteradas para adueñarse de los terrenos como ha sucedido en Tulancingo; las talas que con toda impunidad se realizan en el valle de Tulancingo y que también se padecen en todo el Estado de Hidalgo; sin contar regiones como la de Pachuca que vive una crisis de abasto de agua para el consumo humano sin precedentes; es imprescindible se revise la estructura y operación de los sistemas de agua en el Estado y se depuren sus procedimientos para ser más eficientes; urge dotarlos de facultades legales y administrativas para que trabajen con números negros y sean vigilados para evitar actos de corrupción y apoyar proyectos sustentables como ocurre en diversos ejidos del Estado de Hidalgo.
Nuestro Estado ocupa el tercer lugar en superficie de bosques de niebla en el país y gracias a su posición privilegiada en la que se encuentra, en su región convergen la Sierra Madre Oriental, la Faja Volcánica Transmexicana y el Altiplano Mexicano; la Ley Forestal de 1986 suspendió el sistema de concesiones forestales privadas que prevaleció en México durante varios años; eso abrió el camino para que las comunidades pudieran hacerse cargo del manejo de sus bosques y crear sus propias empresas forestales; en Hidalgo, los primeros en organizarse fueron un grupo de pequeños productores del municipio de Acaxochitlán, a ellos se unieron otras comunidades y formaron la Asociación de Silvicultores de la Región Forestal Pachuca-Tulancingo A.C, entidad prestadora de servicios técnicos que hoy agrupa a 33 ejidos y 120 pequeños propietarios; así como estos ejidos fueron precursores del manejo forestal comunitario en el centro del país, fueron de los primeros en la región en ingresar al mercado de bonos de carbono, (mecanismo internacional creado para que diversos actores, sobre todo empresas, puedan compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero GEI); en el año 2021, el ejido Sabanetas ubicado en el Municipio de Singuilúcan junto con 18 ejidos más y dos pequeños propietarios, consiguieron que una empresa californiana, dedicada a la fabricación de equipos de aire acondicionado, les comprara los bonos que emitieron por la captación de dióxido de carbono (CO2) que realizan 22 mil hectáreas de bosques que estas comunidades conservan; el dinero que los ejidos obtuvieron por el primer año de venta de los bonos de carbono utilizado para la recuperación de áreas forestales dañadas por incendios, la construcción de auditorios y oficinas ejidales, así como para las labores de monitoreo y saneamiento del bosque; otros ejidos de Hidalgo además de realizar aprovechamiento maderable, ya han diversificado sus actividades; algunos cuentan con proyectos ecoturísticos, sobre todo en la región de Mineral del Monte y de Huasca. Otros, como el Nopalillo, también producen hongo blanco y laurel; estos son ejemplos de lo que podemos lograr con organización y compromiso, en el tema del Agua recuperemos lo perdido, las nuevas generaciones nos lo van a agradecer. El tema sigue vigente. Hasta la próxima.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo