Víctima:
Persona o animal sacrificado o destinado al sacrificio.
Persona que se expone u ofrece a un grave riesgo en obsequio de otra.
Persona que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita.
Persona que muere por culpa ajena o por accidente fortuito.
Persona que padece las consecuencias dañosas de un delito.
Hacerse alguien la víctima: quejarse excesivamente buscando la compasión de los demás.
Victimismo: tendencia a considerarse víctima o hacerse pasar por tal.
Las definiciones anteriores son extraídas del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, a propósito de una conversación, más bien discusión, que me encontré en Tuiter (no pensé que pasaran esas cosas ahí (?))
Para no hacerles el cuento largo ahí les va una explicación lo más breve posible: una famosa youtuber hace algunos años recibió acoso por parte de otro famoso, luego que este recientemente fue tendencia por una razón que ahora no viene al caso. En este nuevo impulso mediático del sujeto, tuiteros recordaron a la influencer aunque no tenía nada que ver con la nueva situación.
Entre la retahíla de opiniones, una usuaria comentó que era innecesario involucrar en la tendencia reciente a la youtuber, pues consideró que hacerlo era revictimizarla por el acoso recibido hace bastante tiempo. En respuesta, un tuitero le pidió dejar de victimizar a todas las mujeres y aseguró que la famosa ni siquiera se enteró de la nueva situación y sigue su vida sin sentirse víctima de nada; además, aprovechó para asegurar que no todas las mujeres se sienten víctimas cuando sufren algún tipo de acoso o violencia.
¿Es verdad lo que mencionó el tuitero? Si la famosa no siente que es víctima ¿entonces no lo es y está mal considerarla como tal? ¿Ser víctima depende de la postura que asuma la persona ante las situaciones que le ocurren, incluso si son agravios? Estas son preguntas que me hice mientras me enteraba del chismecito en Tuiter y llegué a la conclusión de que ser víctima no es un estado opcional que dependa de la postura que asuma individualmente una persona ante sus circunstancias.
No obstante, huir del término víctima y tratar de no ser considerado como tal es muy común actualmente y obedece, pienso, a la asociación que se hace entre los conceptos de víctima y debilidad, pues nadie en este mundo individualista quiere ser considerada una persona débil.
Sin embargo, es importante tener muy claros los conceptos y entender que la condición de víctima no es, en ninguna circunstancia, susceptible de elección como algunas personas pretenden establecerlo para alejarse de la noción de debilidad que atribuyen a la palabra.
En un ejemplo absurdo (quizá no tanto), supongamos que una persona golpea a otra sin razón alguna y la manda al hospital. En cama y con los cuidados para sanar sus heridas, la persona agredida habla con familiares y les dice que a pesar del ataque no se siente víctima, no quiere ser tratada como tal y ha decidido seguir adelante con su vida sin recordar siquiera lo que ocurrió. Los familiares aplauden la postura, elogian su fortaleza y vuelven a su cotidianidad.
En este caso hipotético, más allá de lo que puede pensarse o pasar con la persona agredida, la decisión de no ser considerada como víctima tiene una repercusión importante: su agresor queda total y completamente impune, pues al no haber víctimas tampoco hay victimario. Así, las consecuencias de cualquier tipo de daño o agravio sufridas por cualquiera son culpa de la propia persona, no ya de quien los cometió y que puede continuar con su vida de abusos.
La tendencia de llamar victimismo a cualquier tipo de acusación contra personas que cometen ofensas o agresiones solo perpetúa el pensamiento colectivo de que ser víctima es indeseable (que lo es, aunque por otras razones) y responsabilidad única de quien padece los daños. Entonces, ante cualquier caso, el debate que debería enfocarse en si la conducta fue o no causante de perjuicio, se traslada a si la persona asume la postura “adecuada” ante sus infortunios.
Las definiciones mencionadas inicialmente son precisas al indicar que una víctima es toda aquella que sufre un perjuicio por causa ajena. No se trata de lo que decides, sino de lo que ocurrió.
El individualismo actual tiende a culpar a las víctimas y a responsabilizarlas de sus circunstancias, mientras que al victimario se le deja en paz.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo