Recientemente se hizo viral un mapa mundial que indicaba supuestamente a lo que quieren dedicarse los y las jóvenes de cada nación. En la mayoría de los países de América Latina se especifica que la profesión más anhelada es ser influencer o youtuber, incluido México.
La opinocracia de redes sociales levantó el grito en el cielo porque según el mapa publicado por un servicio digital de remesas llamado Remitly, la juventud mexicana prefiere los reflectores de la fama digital a profesiones otrora más respetadas por derivar de años y años de estudios universitarios, como las dedicadas a la ciencia, por ejemplo.
Tal postura de la juventud nacional es la que nos tiene sumidos en el subdesarrollo, teclearon usuarios decepcionados de las nuevas generaciones que, de acuerdo con ese mapa, tampoco optaron por actividades y profesiones que eran referentes para niñas y niños hace ya algunas décadas como la medicina, el derecho o convertirse en bomberos o policías.
Recientemente y a propósito de que policías de Hidalgo carecen de seguro social, el alcalde de Santiago Tulantepec, Dante Cárdenas, mencionó al reportero de este medio Daniel Martínez que sus oficiales municipales ganan, en promedio, 3 mil 400 pesos quincenales. Entonces ¡¿por qué una o un joven querría ser policía?! ¡¿Por qué no querrían ser influencers?!
De acuerdo con una nota publicada por Ivet Pasquel en El Sol de Tulancingo el pasado 23 de diciembre, un policía de Acaxochitlán recibe 4 mil 561 pesos mensuales; uno en Agua Blanca gana 6 mil 664; en Huehuetla reciben 8 mil 673 y en San Bartolo Tutotepec un oficial municipal solo percibe 3 mil 776 pesos al mes.
Ante la prevalencia de Hidalgo como el estado con mayor incidencia por robo de combustible en todo el país, el gobernador Julio Menchaca ha mencionado que uno de los problemas a los que se enfrentan para combatir con éxito ese delito es que los delincuentes cuentan con el apoyo de la población en comunidades con gran actividad huachicolera. Más de una vez nos hemos enterado de cómo con piedras, palos y hasta armas de fuego, pobladores han amedrentado, agredido y expulsado de sus comunidades a integrantes de Pemex, policías municipales y estatales, e incluso a miembros del Ejército y la Guardia Nacional.
Pienso que tal respaldo de la población civil a integrantes de la delincuencia organizada puede obedecer a lo que esos grupos “ofrecen” a los y las habitantes de los sitios que controlan, entre ello, la posibilidad de generar ganancias económicas que les permitan más que la mera subsistencia (con un costo social altísimo que nunca mencionan, por supuesto, como la generación de violencia).
El problema no es solo en Hidalgo ni solo con las corporaciones municipales que menciono aquí como ejemplo. Hace unos días fue también viral un volante de Farmacias Similares en el que se ofrecían hasta 9 mil 160 pesos por trabajar como “botarguero” bailando cumbiones afuera de alguna sucursal de la empresa. Profesionistas que alguna vez hemos tenido la necesidad de buscar empleo bien sabemos que un sueldo de 9 mil pesos es superior a muchos que se ofrecen en este país para personas con títulos universitarios e incluso posgrados.
Pregunto entonces de nuevo: ¿por qué jóvenes mexicanos no querrían soñar con la posibilidad de ser youtubers o influencers de gran fama, o incluso incorporarse a las filas del crimen organizado, si las profesiones y actividades “convencionales” y para las que se necesitan años de estudios son tan mal pagadas en este país?
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo