Las primeras obras literarias de Ricardo Garibay fueron guiones de cine.
El joven hidalguense se dió cuenta que hacer guiones de cine era un medio más rápido para ganar dinero y en tanto despuntaba su carrera como el escritor mexicano en el que se convirtió, comenzó a revisar guiones, y posteriormente, a escribir los propios. El desprecio que Garibay fue teniendo hacia el cine, fue producto del desprecio que productores y directores tenían a la labor del escritor, sin reconocer que de este nace la idea, muchas veces fundamental, para una película.
Otra ironía: Garibay comenzó a escribir sus mejores guiones en el momento en que el cine mexicano comenzó a dar signos de agotamiento, los años sesenta. La fórmula de los charros cantores, los dramas que se habían vuelto chantajistas, y las comedias simplonas, sumado a la muerte o el envejecimiento de los “ídolos del cine nacional”, provocaron que el gran público comenzara a buscar otras historias.
Eran mediados de los años sesenta.
Y Garibay creó el guión de una obra fundamental del cine mexicano: LOS HERMANOS DEL HIERRO, un western crepuscular, duro, que habla del rencor, de los sentimientos erróneamente encaminados por la matriarca que cria a dos hijos con el único afán de vengar la muerte del padre de familia. Con un gran reparto que incluye a Columba Dominguez, Ignacio López Tarso, Julio Alemán, Emilio el Indio Fernández, Antonio Aguilar, es una película que no se pueden perder, pronto estará en la Cineteca Tulancingo
LOS HERMANOS DEL HIERRO (En su nombre lleva la intención), es una historia tan sólida, que dio pie a una de las mejores novelas de mitad del siglo XX: PAR DE REYES.
Y después vendría ÁNIMAS TRUJANO: EL HOMBRE IMPORTANTE, otra película fundamental del cine mexicano, en donde Garibay guionista, bajo la dirección sobria de Ismael Rodríguez, disecciona el complejo de inferioridad, la necesidad de sentirse importante, a cualquier costo, económico y emocional.
EL MIL USOS, guión escrito en 1974, se convirtió en película diez, años después. Roberto G. Rivera, director y productor del filme protagonizado por Héctor Suárez, le dió otro motivo a Garibay para seguir despreciando el cine: le malpagó su obra, pese al taquillazo en el que se convirtió.
TOÑA MACHETES, producida por Sonia Infante, es una obra cinematográfica fallida en lo general, proveniente de un guión espléndido, donde Garibay revisa el miedo del hombre mexicano a tener una relación, de cualquier tipo, con una mujer segura de sí misma. Leer el guión de TOÑA MACHETES es descubrir que la película no refleja el mensaje que el gran Ricardo Garibay quiso brindar a las mujeres universales, desde una óptica mexicana.
LA TIERRA PROMETIDA, su siguiente guión, es considerado como una película menor…no lo es. Los diálogos populares, los personajes bien dibujados, deberían ubicarla como una película fundamental del cine de los años ochenta.
Y de nuevo, dos encuentros: Sonia Infante compra los derechos de la novela LA CASA QUE ARDE DE NOCHE, y la convierte en una fallidísima e inentendible película, que sin embargo, tuvo cierto éxito comercial, debido a algunas escenas de fuerte carga sexual, descontextualizadas de la obra original.
Finalmente, Roberto G. Rivera vuelve a aparecer en la vida profesional de Garibay, al comprarle en 1985 los derechos de su libro LAS GLORIAS DEL GRAN PÚAS, para convertirla en una película que se convirtió en un taquillazo al estrenarse al siguiente año.
Y siguen las ironías: Victor Manuel “el Güero” Castro, el director de una veintena de sexicomedias, es el encargado de personificar a Ricardo Garibay en el filme, donde se cuenta parte de la vida del boxeador e icono de la cultura popular mexicana, Rubén “el Púas” Olivares.
Alejandro Pelayo, actual director de la Cineteca Nacional, asegura que Ricardo Garibay fue el autor de varios guiones más, pero se negó a firmarlos con su nombre, en ese desprecio que sostenía por el cine mexicano.
Ricardo Garibay es uno de los grandes guionistas del cine nacional, al que le tocó una mala época para escribir, así como encontrar directores adecuados para trasladar a la pantalla su obra escrita, con excepción de Ismael Rodríguez.
Y sin embargo, la obra de Ricardo Garibay en el cine se sostiene con fuerza propia, porque al final se nota la pluma magistral del escritor tulancinguense.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo