Fue un tulancinguense que llegó así a ser parte importante de la Revolución mexicana y por supuesto de la historia de nuestro país. Poco estudiado en nuestra ciudad, algunas calles y colonias en Veracruz y la Ciudad de México llevan su nombre.
Le llamaron el Lenin mexicano y fue anarquista entre los anarquistas. 
En este espacio relataremos la vida de este personaje, antes de llegar al puerto jarocho.
Nació en Tulancingo, Hidalgo. Fue uno de los 8 hijos que su padre, Víctor Proal tuvo con Amada Islas. Ella era oriunda de Pachuca, Hidalgo, él era de origen barcelonnette. Víctor Proal llegó a Tulancingo en una de las migraciones barcelonnettes a nuestro país.  En Tulancingo, los barcelonnettes staban dedicados principalmente al comercio y a la industria textil.
De acuerdo al censo de los extranjeros realizado, precisamente en septiembre de 1881 (Herón Proal Islas nació en octubre de ese mismo año), en Tulancingo había dos personas con apellido Proal: Luis y Pablo Proal que declaraban ser comerciantes. En ese momento eran los dueños de “El Bazar Universal” una tienda fundada por barcelonnettes en pleno centro de la ciudad. Se infiere que Víctor (el padre de Herón) llegó con ellos, aunque él no aparece en el padrón, y Herón estaba por nacer.
De Víctor no se sabe mucho, sólo que, dejó a su familia mexicana y se regresó a Francia con una europea, aparentemente nunca más volvieron a saber de él. Con 8 hijos, la madre de Herón emigró hacia la ciudad de México, igual que lo hicieron en su momento la madre de Gabriel Vargas y la de Rodolfo Guzmán Huerta (El Santo), por cierto, las tres tulancinguenses eligieron al barrio bravo de Tepito como nuevo lugar de residencia en la ciudad, más o menos por las mismas fechas.
Herón había sobresalido en los estudios, incluso el Gobernador de Hidalgo, le había ofrecido una beca, la que él rechazó. Desde su corta edad (esto debió ser antes de irse a la Ciudad de México, es decir, antes de los catorce años, pues pensaba que era un privilegio burgués y no aceptó. Desde Tulancingo había aprendido el oficio de sastre, pues en esa época era una ciudad con mucha riqueza textil. Por cierto, en Tulancingo, durante su niñez, perdió el ojo derecho en un accidente.
A la ciudad de México llegó a tener varios oficios: trabajó en una heladería, y en el famoso Centro Mercantil. En todos ganaba poco y por ello decidió reclutarse como grumete en la Escuela Naval Militar, en Veracruz, en donde encabezaría el movimiento inquilino. Incomprendido, nació, vivió y murió en la pobreza.
Entre las personas que más lo han estudiado, está el tulancinguense Ricardo Luqueño Proalista.

ACLARACIÓN       
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *