Crucita, como todos la conocemos, orgullosamente tulancinguense, nació el 25 de abril de 1928. Sus padres fueron Adrián Blancas Aco y Elvira García Aguilar. Sus tíos abuelos fueron Luis, Esiquio y Antonio García, que tenían sus propiedades allá por el rancho Chacalco.
Crucita Blancas estudió comercio en Tulancingo, Hidalgo. Su primer trabajo fue hace 70 años en la Farmacia Internacional, donde permaneció dos años.
Posteriormente en el Banco Mercantil (hoy Bancomer) era la encargada de los departamentos de cobranza y cheques; igual suplía ocasionalmente los departamentos de cartera y control, nunca fue cajera. Ahí estuvo ocho años.
Sale de ahí para irse a una fábrica de hilados y tejidos como secretaria. La llaman para que se incorporara como secretaria de La casa del café, ubicada en la carretera México-Tuxpan, propiedad de la familia Guzmán, y ella acepta.
En ese inter de trabajo conoce al hombre de su vida y con el que se casaría, Alfonso Silva; procrean siete hijos:
Susana (QEPD); Francisco de Guadalupe (le puso de Guadalupe porque ella se lo había ofrecido a la Virgen de Guadalupe de acuerdo con sus creencias. Vaya sorpresa que la vida le da, su segundo hijo Luis de Guadalupe, nace el 12 de diciembre e igual le agrega de Guadalupe. También Maricruz, Víctor Hugo, Flor y Carmina.
Crucita Blancas reconoce que se casó grande de edad y que nunca imaginó ver algún nieto, hoy presume orgullosa a su tataranieta Lilí.
Con Crucita se acercaban personas para que les enseñara contabilidad, mecanografía, taquigrafía, era su especialidad. Crucita fue buena para los balances, estados de resultados, registro en los libros de contabilidad diario y mayor. En redacción era experta.
Su esposo, en lugar de molestarse, la animaba a que diera clases. Dan apertura a una academia comercial llamada Catedral, fue la primera en tener registro de la SEP en Tulancingo. Su esposo Alfonso Silva era implacable y no descansó hasta registrarle su academia a su esposa. Él se dedicaba a la imprenta.
Empezó a cursar su preparatoria a los 64 años de edad. Ella había dejado trunca su prepa, muchos años después, en 2017, decide terminarla. Cuando le entregan su certificado le hacen saber un mensaje del licenciado Hernández, directivo de la institución, que ella tenía una beca para cursar una carrera universitaria. Por supuesto que la emociona y se anima. En 2001 terminó la carrera de licenciatura en Administración de Empresas, por el método de experiencia laboral, programa que acoge a las personas adultas que de manera empírica han adquirido habilidades y destrezas.
Crucita está próxima a terminar su licenciatura en octubre de 2021; no se quedó ahí, siguió especializándose.
A sus 95 años tiene una lucidez increíble, se acuerda de todo, te facilita datos fechas, se acuerda de ti inmediatamente escucha tu nombre y apellido.
A la maestra Crucita Blancas la ha distinguido siempre su nivel cultural, su educación, su forma honesta de vivir, es muy religiosa, siempre que pudo ayudó a las personas a estudiar con ella.
Crucita Blancas tiene un corazón enorme, es humana, tiene paz con ella misma, nunca envidia nada, no habla mal de nadie.
Es una gran mujer, una gran ciudadana, una gran madre de familia y excelente ser humano.
Hasta hoy es la única mujer tulancinguense que a sus 93 años haya terminado una licenciatura. Crucita es parte de los ciudadanos que se convertirán en íconos de su municipalidad.
En 2023 está recibiendo un diplomado en Educación y leyendo todo el tiempo.
¡¡¡Muchas felicidades, Crucita!!!
Sus amigos la queremos con el corazón.