Nos quedamos sorprendidos cuando en los periódicos, radio y televisión nos dicen que el sicario no superaba los 18 años. Cuando los cuerpos de los tres o cuatro ejecutados correspondían a adolescentes de hasta 14 años de edad.

Frente a lo anterior, me vi en la necesidad de investigar, de analizar para realizar el siguiente trabajo, creo que a todos los que somos padres, o seremos abuelos algún día, nos debe interesar.

Yo me preguntaría y plantearía la siguiente pregunta: ¿cómo eduqué o estoy educando a mis hijos? ¿Qué valores inculco o inculqué a mis hijos?

A los jóvenes de este siglo hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela, y digo llevarlos porque no tienen que tomar el camión o caminar larguísimas distancias para llegar a ella.

Se levantan generalmente irritados porque se acuestan muy tarde, viendo televisión por cable, Netflix, Playstation, hablando o enviando mensajes por teléfono o chateando por la internet.

No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos en poner un dedo en nada que tenga que ver con arreglar algo en el hogar.

Tienen los juegos y equipos digitales más modernos del mercado, iPhone, iPad, lap top y computadora no pueden faltar, como tampoco el pago por su actualización. Hoy los hijos, muchas veces sin merecerlo, presumen el celular más novedoso. El iphone más costoso. La lap más equipada. Nada les costó. Si se descomponen, para eso estamos, no faltaba más, hay que pagar la reparación a la brevedad y sin chistar.

Idolatran amigos y a falsos personajes de realitys, ¡ah! pero viven encontrándole defectos a los padres, a quienes acusan a diario de que sus ideas y métodos están pasados de moda.

Se cierran automáticamente a quien les hable de moral, honor y buenas costumbres, y mucho menos de religión. Lo consideran aburrido. Ya saben todo y lo que no ¡lo consultan en internet!

Nos asombramos porque los sicarios cobran cuotas sin trabajar por ellas, cuando a nuestros hijos los acostumbramos a darles todo, incluso su cuota semanal o mensual sin que verdaderamente trabajen por ella, y todavía se quejan porque eso no me alcanza.

Si son estudiantes siempre inventan trabajos de equipo o paseos de campo, que lo menos que uno sospecha, es que regresarán con un embarazo, habiendo probado éxtasis, coca, piedra, cristal, marihuana o cuando mínimo alcoholizados.

Y cuando les exiges lo más mínimo en el hogar o en la escuela, lejos de ser agradecidos te contestan, con desfachatez: yo no pedí nacer, es tu obligación mantenerme o quien les manda andar de calientes.

Definitivamente estamos jodidos, pues la tasa de que hagan su vida independiente se aleja cada vez más, pues aún graduados y con trabajo hay que seguirlos manteniendo, pagándoles deudas, servicios y hasta los partos de sus hijos.

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