En Tulancingo la feria gira alrededor de la Virgen de los Ángeles, la fiesta patronal de esta ciudad es el 2 de agosto. Pero ¿cuál es la historia de esta imagen? ¿Por qué la llamamos de los “Angelitos”? ¿Cómo fue que se hizo patrona de Tulancingo?

¿Cuál es la historia de esta imagen? La virgen de los Ángeles es venerada en muchas partes del mundo, en Europa y América Latina principalmente. Dentro de estos continentes destaca su veneración en Italia (Asis), España (Getafe), Costa Rica (Cartago) y México (en plena ciudad de México). Es también la virgen patrona de Tulancingo.

Según Ignacio M. Altamirano en su libro “Paisajes y leyendas: tradiciones y costumbres de México”, la Virgen de los Ángeles es “la madona de los pobres de México y en esta calidad su culto es menos universal que el de la otra (la Virgen de Guadalupe), que puede llamarse nacional”.

¿Por qué la llamamos de los “Angelitos”? En México pensamos en náhuatl aunque hablemos español, así lo decía mi maestro Carlos Margain en su clase de “México antiguo” en la UNAM. De acuerdo con su teoría, los mexicanos utilizamos el diminutivo para recalcar nuestro respeto, nuestra veneración por algo antiguo o sagrado. Por eso decimos “ancianita” o “viejita” en lugar de anciana o vieja, o “virgencita” o “angelitos”, pues para nosotros, es señal de cariño y devoción.

¿Cómo fue que se hizo patrona de Tulancingo? De acuerdo a las leyendas de sus apariciones, ella decide en dónde quiere que le pongan su santuario. No fue así en Tulancingo, aquí no se apareció, de hecho, existen dos versiones sobre la pintura que se venera en el cerro del Tezontle de esta ciudad.

La primera es que por el año de 1736 un artesano de origen hñähñu el Tata Coronado, procedente de Actopan, quien venía huyendo de una peste, llegó a vivir en las faldas del Cerro del Tezontle y en su cuarto comenzó a pintar sobre la pared la imagen de una virgen rodeada de Ángeles. En la segunda versión, la virgen fue pintada por un artista italiano que con ese trabajo demostró su gratitud a la familia que le dio cobijo en Tulancingo.

Ambas versiones tienen algo de lógica, en el siglo XVIII las faldas del cerro del Tezontle eran ocupadas por los indígenas y el centro por blancos y mestizos. Es decir, suena lógico que el Tata Coronado fuera a vivir a ese lugar. Por otro lado, el pintor italiano seguramente conocía la imagen de Asis que, por cierto, se parece mucho a la de Tulancingo. Lamentablemente, no hay documentos de la época (por lo menos no se conocen) que avalen una u otra versión.

Pintada por uno u otro, la imagen además de hermosa fue milagrosa desde el principio. Poco a poco la gente se enteró de los prodigios atribuidos a ella y acudieron a la humilde vivienda que pronto fue insuficiente para recibir a los feligreses. A principios del Siglo XIX se construyó una pequeña capilla, pero fue tanta la devoción que la virgen tenía sobre todo en la población indígena que el primer obispo de la diócesis de Tulancingo, don Juan Bautista Ormaechea, solicitó que fuera la patrona diocesana. Él mismo colocó la primera piedra el 3 de mayo de 1878 del templo que actualmente conocemos.

A partir de esa fecha y cada 2 de agosto la feria comenzó a celebrarse en un terreno frente a la iglesia. Actualmente la feria se lleva a cabo en la calle de E. Chavarri, desde Callejón del Progreso hasta 7 de febrero. Las procesiones comienzan desde los últimos días de julio, las más llamativas son las de colorido prehispánico. Se han perdido varias tradiciones como las de los tapetes de aserrín y la alfarería tulancinguense. Aunque se han preservado otras como el pan de fiesta o de pulque.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *