En medio del intento de concientización por parte de asociaciones, agrupaciones, instituciones de toda índole enfocadas en minimizar la contaminación del planeta, en fortalecer el tema de sustentabilidad y todo aquello que aporte a cuidar nuestro medio ambiente, emerge la generación de basura que resulta de las campañas electorales, tanto impresa como visual y auditiva.
El material electoral se desecha después de todo el folklor del que se han vestido los actos políticos, estos mismos eventos otorgan una cantidad inmensa de basura que no solo responde a los actos propagandísticos, sino también de la gente y sus malos hábitos que asiste a los mítines.
El impacto ambiental es brutal y hasta el momento no he sido testigo de que haya preocupación por parte de los partidos en contienda por llevar a cabo algún programa de limpia posterior a sus actos públicos.
El pasado fin de semana me quedó muy claro por qué la insistencia en conservar la propaganda impresa; observar el debate y la pésima participación de los candidatos con frases ocurrentes, inconsistentes y acusatorias muy lejanas a una propuesta real, da pie al gasto excesivo para pulir una imagen e imprimirla y llevarla a todos los rincones.
Qué bueno fuera, que parte del presupuesto designado a la propaganda fuera etiquetado para la realizar actividades de reforestación, plantación, mantenimiento de áreas verdes, acciones que beneficien al medio ambiente. Y evitar a toda costa el uso de papel. También deberían de comprometerse a no generar estos residuos, a dar soluciones reales y concretas evitando a toda costa el uso de papel.
Algunas otras soluciones deberían ser el uso de materiales reciclables o biodegradables, y si esto les resulta complicado por el gasto que seguro no están dispuestos a pagar, concientizar a la población como tema central de las campañas ayuda bastante; pero no basta un discurso, se requiere accionar, la promoción de una cultura de responsabilidad ambiental entre los candidatos y los equipos de campaña puede ayudar a reducir la cantidad de basura generada durante las elecciones.
Por otro lado, la contaminación visual provoca un impacto negativo en el entorno urbano o rural debido a la propagación de carteles, vallas publicitarias, pancartas y otros elementos que distaren la atención y alteran el paisaje lo que afecta la estética de la zona y reduce la calidad visual del entorno, además de que posterior a las elecciones el retiro, limpieza es un costo adicional para los municipios y entidades encargadas de mantener el espacio público limpio y ordenado.
Ojalá que las autoridades atendieran con mayor precisión la regulación de estos espacios para contribuir a aminorar dicha contaminación y todos como votantes comprometidos exigiéramos a los postulantes mayor respeto al medio ambiente y mejores prácticas que contaminen nuestras ciudades más de lo que están, esto involucra una responsabilidad compartida, un trabajo colectivo y acciones concretas. Cualquier acción por pequeña que esta sea cuenta en la preservación de nuestro planeta.