Una de las frases más comunes que escuchamos e identificamos con personas activas y ocupadas y que regularmente conducen su existir en extensas horas laborales es la de “No tengo tiempo”, sin embargo, dentro de su falta de espacio para atender actividades personales también logran alcanzar a generar conexiones con la gente que se mueve en su mismo contexto y sin espacio para realizar otras acciones, no se percatan de los lazos que van creando vínculos forzados y no por decisión propia, que también prosperan e influyen y afectan la calidad de vida, y en general no existe la misma contribución que otorgan aquellas personas cuya existencia se ha sumado de manera más auténtica y significativa para compartir experiencias, lo que otorgan lazos más duraderos y mejora la convivencia con las personas con las que más simpatizamos.

Las conexiones legítimas y auténticas destacan en el día a día al enriquecer nuestra vida y ofrecer un refugio de entendimiento y comprensión en un alto nivel que procura el sentido de pertenecía y apoyo. Sin duda, la calidad de los momentos se alimenta de las experiencias que resultan de la convivencia con nuestras personas predilectas en muchas ocasiones acompañadas de aspectos que nos inspiran como el arte y la naturaleza lo que procuran mayor significado y propósito.

De los factores de mayor relevancia que se contemplan en este tema y las conexiones humanas, la comunicación es transcendental, es a través de ella y su efectividad, la que permita cimentar un puente natural que edifique experiencias armoniosas, su papel es fundamental se dirige a fomentar el bienestar emocional.

La atención que reciben nuestras relaciones contribuye no sólo a fortalecerlas, sino a la creación de un impacto positivo para el estado anímico, la autoconfianza, la aceptación de nuestro ser, nos permite reconectar con nuestros propósitos y cultivar nuestro crecimiento personal, además de enriquecer y mejorar la convivencia con quienes forman parte de nuestro entorno e identificar la importancia de cada uno de ellos.

En este sentido, es importante reconocer que la calidad de tiempo no viene sola, hay que saber gestionar y organizar para atender los aspectos de mayor relevancia en lo individual, no todas las personas otorgan el mismo valor a la familia, al trabajo o a los amigos, hay enfoques que maximizan la productividad laboral y otros que prefieren mejorar las relaciones personales en primer lugar, todo depende de las necesidades particulares.

Existe un término: “Mindfulness”, el cual sugiere la práctica de la conciencia por aceptar el momento presente y el enfoque del instante vivido en el preciso intervalo  en el que está ocurriendo, es decir, que no existan elementos externos que nos agobien y afecten, en otras palabras disfrutarlo en plenitud, sin juicios y aspirando a una vida en el que  la calidad del tiempo, cuente con alta prioridad en el que cada segundo representa una elección de vida impregnado de un propósito que de manera consciente que hemos decidido abrazar.

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