En agosto de 1923, unas semanas después del fallecimiento de Villa, el diario El Universal dio a conocer que el diputado Jesús Salas Barraza envió una carta al general Abraham Carmona dando su confesión como director y responsable del tiroteo que le quitaría la vida al revolucionario mientras circulaba en su coche durante unas diligencias en Hidalgo del Parral, Chihuahua.

Después de darse a conocer púbicamente aquella carta del diputado surgió un fuerte revuelo en los diarios de aquellos años. El 12 de agosto de 1923 se difundió una cobertura detallada de la detención del diputado en Monterrey a cargo del general Paulino Navarro y bajo órdenes del entonces presidente de la República, Álvaro Obregón.

Comentó el general en aquella entrevista que el presidente dio visto bueno de la investigación y que se diera seguimiento a todos los implicados. Sin embargo, cuando el militar le informó que el principal sospechoso era un diputado de la Legislatura de Durango, el mandatario ordenó su detención inmediata.

Una vez dada la orden, el general Navarro recibió el comunicado de que el diputado Salas había salido de Parral hacia Piedras Negras, Coahuila, con la intención de escapar a los Estados Unidos, pero su viaje cambió de trayectoria hacia Monterrey para después dirigirse a Durango.

Gracias a fuentes de información de un comisionado de la Secretaría de Gobernación se confirmó el paradero del diputado Salas en un hotel de Durango, en donde el general Navarro decidió hospedarse para proceder con la detención.

El diputado, al notar la presencia del militar representante del gobierno federal, decidió darse a la fuga tomando un tren hacia Nuevo Laredo, pero sus planes se vieron frustrados por la intervención del general que estaba decidido a detenerlo.

Según el relato del general Navarro, el diputado Salas estaba abordando el tren cuando lo detuvo sin dudar encañonando su pistola hacia el funcionario y dejándolo acorralado. En palabras del general, le dijo: “tengo órdenes del presidente de la República de aprehenderlo”. Justo después de dichas palabras el señor Salas no opuso resistencia e inmediatamente fue rodeado por los demás agentes a cargo de Navarro.

Después de la aprehensión el general no se separó del diputado hasta su entrega a las autoridades correspondientes en la capital.

El mismo Salas aseguró que los ocho hombres que se unieron a la encomienda de asesinar a Pancho Villa fueron, igualmente, víctimas de Villa y que los movía el mismo deseo de venganza.

El diputado concluyó que hacía pública su confesión para desmentir los rumores donde se sospechaba de algunos funcionarios públicos de alto rango como directores intelectuales del magnicidio de Villa.

Fue condenado a 20 años de prisión, pero…

Su encarcelamiento apenas duró unos meses (en algunas fuentes de información se menciona que fueron tres, en otras ocho) luego fue indultado por el entonces gobernador de Chihuahua, Ignacio Enríquez, y fue liberado de prisión en 1924.

Según la exhaustiva investigación del historiador Friedrich Katz, la liberación del diputado Salas Barraza por parte del gobernador de Chihuahua fue gracias a una carta enviada por el general Joaquín Amaro que, al igual que Jesús Salas, consideraba el asesinato de Villa como un acto de justicia ante los abusos y crímenes que hizo el caudillo en contra de los habitantes del estado.

Luego de su indulto, Salas Barraza nunca tuvo represalias, por el contrario, continuó su vida participando en el Ejército Federal combatiendo la rebelión orquestada por seguidores de Adolfo de la Huerta y pocos meses después hasta fue recibido por el mismo Obregón, quien tiempo atrás lo mandó detener por la confesión de su crimen.

Después de los eventos que pusieron el nombre de Salas Barraza en las primeras planas como autor intelectual del asesinato de Villa, Salas volvió a aparecer en las noticias, pero ahora en la sección deportiva, donde participó en la categoría de tiro al blanco en los primeros Juegos Centroamericanos y del Caribe que se celebraron en la Ciudad de México, entre octubre y noviembre de 1926.

Este evento deportivo fue promovido por el Comité Olímpico Internacional el 4 de Julio de 1924, en París, Francia, durante los octavos Juegos Olímpicos, considerada como la competición regional más antigua avalada por este organismo.

El evento nació gracias a la iniciativa de la Sociedad Olímpica Mexicana, que buscaba elevar el nivel competitivo de los países de la región. Este primer evento deportivo dio origen a otros certámenes que se realizan en nuestros días como es el caso de los Juegos Panamericanos.

En la competencia se contemplaron siete deportes: atletismo, basquetbol, beisbol, esgrima, natación, tenis y tiro. De los nueve países invitados, en este primer evento solo se presentaron tres: Cuba, Guatemala y México, siendo este último líder en el medallero.

La participación de Jesús Salas pasó relativamente desapercibida, la modalidad de tiro en la que contendió fue tiro de precisión a 25 metros y su nombre quedó en el registro de resultados en cuarto lugar con siete victorias.

Jesús Salas B. continuó con su vida hasta los años 50 dedicándose a diferentes negocios, especialmente en el ramo de la minería, donde aparecía el general Amaro como uno de sus socios.

Durante este tiempo Salas se mantuvo firme asegurando que había actuado solo respecto al asesinato de Villa, que los altos funcionarios del gobierno no estuvieron involucrados y que nadie lo recompensó por participar en uno de los hechos que dio fin a los vestigios de la Revolución Mexicana.

Salas murió en 1956 llevándose consigo una de las historias más polémicas de la época revolucionaria.

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