No sólo para generar una reflexión, sino a modo de conocer su opinión, un tema expuesto con alta prioridad en las diferentes plataformas digitales, las cuales son el escenario de aconteceres cotidianos explotando la felicidad, siempre con inmensa alegría y haciendo algarabía de un hecho relevante para el usuario en cuestión (válido sin duda), pero que nos muestra la manera en que la idea de la felicidad se ha mercantilizado, lejos de poder compartirla, en ocasiones nos deja una presión constante por estar alegres, una tendencia promovida apoyada por la publicidad tradicional y digital.
¿Qué pasa entonces con nuestras otras emociones? No todos los días son de fiesta, tal como la realidad se presenta, vivimos situaciones complicadas y difíciles, por lo que a mi parecer acudir en esos momentos Facebook, Tik Tok, Instagram, lejos de animarnos nos pueden hacer infelices, y dista mucho de la motivación que necesitamos en esos momentos.
La felicidad prefabricada, ¿cómo nos afecta? sSobre todo a los más jóvenes que están expuestos a una cantidad inmensa de información y no cuentan no con el criterio ni la madurez para poder enfrentar un ideal anhelado y que creen que pueden hallarla en el contenido que pueden observar en su dispositivo móvil.
Con el manejo de las redes es muy fácil que nuestra percepción se distorsione y nos hace creer que la vida de los demás es perfecta y nos da un sentimiento de insatisfacción, ansiedad, depresión, baja estima y vulnerabilidad.
Por lo que a toda costa es necesario protegernos de dichas respuestas negativas que pueden provocar situaciones mucho más delicadas como el problema del FOMO incitado justamente por la necesidad de estar conectado, por el temor de perdernos lo que los demás están haciendo y comunicando en sus muros.
En este tenor, la “Felicidad Performativa”, esa que es fingida, cero auténtica, resulta ser una actuación que obviamente agota y cansa y tampoco logra la satisfacción de quien la genera, porque representa una versión diferente a su realidad.
La comparación constate nos ha cegado porque al final del día, lo que a mí me causa felicidad quizá a muchos otros no, y viceversa, en ello debemos enfocar nuestra atención, en lo que a cada uno le gusta y disfruta, otorgar “likes” a lo que otros publican está bien porque se trata de empatizar, encontrar puntos en común y armonizar. Y si no coincidimos tampoco es el fin del mundo. Cada quien debe trazar su propio camino hacia la felicidad.