Jalisco.- En un remanso del Río Ameca, en la colonia Las Juntas de Puerto Vallarta, al filo de las 9:00 horas, se dio la voz de alerta por un hallazgo macabro: un cocodrilo emergió de las aguas turbias con el cuerpo de un hombre en su hocico.
Una persona que pasaba avisó a las autoridades y al lugar se trasladaron elementos de la Unidad Estatal de Protección Civil y de los Bomberos.
A unos metros del cruce de Francisco I. Madero y Arnulfo Gómez, el equipo de rescate encontró la perturbadora escena.
El cadáver del hombre yacía en la orilla del río, un brazo y una mano faltaban, presuntamente arrancados por el reptil.
Pero a medida que los peritos realizaban sus pesquisas, una verdad inquietante salió a la superficie.
Aunque el cocodrilo sí había mutilado el cuerpo, en realidad no había causado la muerte del hombre, pues se advertía un estado de descomposición avanzada del cuerpo, que revelaba que había muerto antes de que el cocodrilo se cruzara en su camino.
A partir de este descubrimiento, la historia comenzó a tejerse en otra dirección. Se descartó el ataque del reptil y se estudia la posibilidad de un homicidio.
El cuerpo, aún sin identificar, fue trasladado al Servicio Médico Forense. La necropsia dirá la última palabra, determinando la verdadera causa de su muerte.
Mientras los turistas disfrutan de las playas de Puerto Vallarta, las autoridades se enfrentan a un enigma en el que los dientes de un cocodrilo revelaron un posible crimen, oculto hasta ahora en las aguas del Río Ameca.
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