Miles de amantes de las emociones evitaron ser corneados el sábado durante el encierro de las Fiestas de San Fermín de Pamplona, según las autoridades, que revisaron un reporte anterior sobre dos hombres con heridas por asta de toro.

Las autoridades de la ciudad española corrigieron el informe anterior del hospital de Pamplona para indicar que un hombre había sufrido un arañazo en las nalgas, pero no una herida por asta.

Una vez terminó el encierro de la mañana por estrechas calles, otro hombre sufrió una laceración en la plaza de toros cuando se soltaron vaquillas para que la gente probara sus maniobras de evasión, según el reporte actualizado.

Un total de siete hombres -seis españoles y un francés- necesitaron atención hospitalaria, según las autoridades. Ninguna de sus lesiones parecía grave.

Aunque finalmente ningún corredor fue corneado, el encierro ofreció momentos de peligro. Algunos de los grandes toros bravos optaron por apartar a la gente de su camino en lugar de embestirles con una peligrosa cornada.

Varios mozos fueron derribados o pisoteados por los seis toros y seis bueyes mansos que los acompañan en el recorrido de 875 metros (956 yardas) a través del casco antiguo de Pamplona.

Tampoco hubo cornadas en los dos primeros encierros del festival de este año. La edición del sábado, que duró dos minutos y medio, fue el tercero de los ocho programados.

Miles de corredores, la mayoría con el atuendo tradicional de pantalón y camisa blanca con fajín y pañuelo rojo, corrieron tratando de evitar a los animales. Muchos terminaron cayendo unos encima de otros en las estrechas calles del recorrido.

El popular evento en Pamplona, que saltó a la fama en el mundo anglosajón a través de la novela “Fiesta” de Ernest Hemingway, de 1926, atrae decenas de miles de visitantes de todo el mundo.

Ocho personas fueron corneadas en 2019, la última edición celebrada antes de una interrupción de dos años debido a la pandemia del COVID-19. Dieciséis personas han muerto en los encierros de Pamplona desde 1910, el último en 2009.

El pico de adrenalina colectiva de los encierros se ve seguido por grandes celebraciones en las que la gente bebe, come, asiste a conciertos y sale hasta bien entrada la noche.

Los seis toros que corren por las mañanas son sacrificados cada tarde por toreros profesionales en la corrida vespertina.

(Con información de AP)

HEP 

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