En 2022, Estados Unidos registró su primera masacre a tiros del año el 23 de enero. Para la misma fecha de este año, se han producido seis tiroteos masivos que han cobrado la vida de 39 personas y dejado comunidades conmocionadas por la oleada de violencia en la nación.

Once personas muertas cuando celebraban el Año Nuevo Lunar en una sala de baile popular entre asiático-estadounidenses de edad avanzada. Siete agricultores chinos e hispanos muertos en medio de la belleza serena de Half Moon Bay, California. Una madre de 17 años y su bebé fueron asesinados a quemarropa en un ataque que dejó seis muertos a través de cinco generaciones de su familia.

“A fin de cuentas, hay demasiadas armas en este país. Y tiene que haber un cambio. Esta no es una manera aceptable para que una sociedad moderna viva y maneje sus asuntos”, declaró el presidente de la junta de supervisores del condado San Mateo, Dave Pine, el lunes, poco después de la matanza en una granja de hongos situada a 48 kilómetros (30 millas) al sur de San Francisco. “Estamos desconsolados”.

Las tristes noticias de Half Moon Bay surgió cuando los californianos seguían tratando de procesar la matanza del fin de semana en el salón de baile de Monterey Park, una comunidad asiática-estadounidense en el extremo oriental de Los Ángeles.

En años recientes, los estadounidenses han aprendido a convivir con tiroteos masivos en iglesias, supermercados, conciertos, oficinas e incluso dentro de las viviendas de sus amigos o vecinos. La violencia puede ser a raíz del odio hacia otras comunidades, rencores a lo interno de un grupo, secretos entre familias o roces entre compañeros de trabajo. Pero a menudo termina cuando un hombre resentido toma un arma.

En ocasiones, ni siquiera está claro que un rencor haya desatado la violencia.

“No había un conflicto evidente entre las partes. El hombre simplemente entró y comenzó a disparar”, señaló el jefe policial de Yakima, Matt Murray, luego de que tres personas murieron tras ser baleadas en un minisúper Circle K en el estado de Washington el martes temprano, aumentando el dolor en la nación.

Una base de datos elaborada por The Associated Press, USA Today y Northeastern University muestra que el año 2023 ha tenido un inicio particularmente sangriento. El derramamiento de sangre comenzó el 4 de enero, cuando un hombre de Utah, investigado pero nunca acusado a raíz de una denuncia de abuso infantil en 2020, mató a tiros a su esposa, la madre de ésta y sus cinco hijos para después suicidarse.

Un total de 2.793 personas, según la base de datos, han perdido sus vidas en matanzas desde 2006. Se considera una masacre cuando mueren cuatro o más personas, sin incluir al asesino. Y la reciente oleada de violencia se produce luego de un repunte de ésta en 2022, cuando Estados Unidos registró 42 masacres, la segunda cifra más alta en ese lapso.

Incluso los tiroteos que cobran menos vidas, o ninguna, pueden causar conmoción, como sucedió en Virginia este mes, cuando un pequeño de 6 años baleó e hirió a su profesora frente a sus compañeros. El alcalde de Virginia Beach, Phillip Jones, dijo que apenas podía entender lo que había pasado. Y dos estudiantes adolescentes fueron asesinados el lunes en un tiroteo escolar en Iowa.

En el incidente ocurrido el sábado en la noche en Monterey Park, 11 personas murieron y otras nueve resultaron heridas cuando un hombre de 72 años abrió fuego en el estudio de baile Star Ballroom, apenas horas después de que decenas de miles de personas llenaron las calles cercanas para recibir el Año Nuevo Lunar. El agresor se suicidó cuando los policías se aproximaban a su camioneta al día siguiente.

El sospechoso del crimen en Half Moon Bay, de 66 años, fue arrestado en el estacionamiento de una estación policial. En ambos casos, los detectives no han dado con el motivo de la matanza.

“No hemos ni siquiera tenido tiempo para llorar a los que perdimos en la terrible matanza en Monterey Park. La violencia armada debe cesar”, expresó Pine. “No podemos seguir tolerando este statu quo”.

HEP

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