Por Simon Romero, Miriam Jordan y Emiliano Rodríguez Mega de The New York Times en exclusiva para AM.
Estados Unidos.- México está tomando medidas para evitar aglomeraciones a lo largo de la frontera. Pero la calma puede durar poco.
Albergues para migrantes con muchas camas vacías. Comedores populares con alimento de sobra. Soldados patrullando los cruces donde las familias de inmigrantes alguna vez pedían monedas.
En Ciudad Juárez y en otras ciudades mexicanas a lo largo de la frontera, la historia es muy similar: en lugar de aumentar, como advirtieron los funcionarios electos y los defensores de los derechos de los migrantes, la cantidad de personas que intentan ingresar a Estados Unidos se ha desplomado luego de que en mayo venció una restricción fronteriza de la era de la pandemia.
Las escenas inusuales de relativa calma se derivan de una serie de acciones que ha tomado el gobierno de Joe Biden, como imponer penas más severas a los cruces fronterizos ilegales, en un intento de revertir un enorme aumento de migrantes que intentan llegar a Estados Unidos.
Pero también son el resultado de las duras medidas que ha tomado México para disuadir a los migrantes de aglomerarse a lo largo de la frontera, y que incluyen transportarlos a lugares en el interior del país.
La estrategia de México refleja el surgimiento del país como ejecutor de las políticas migratorias de Estados Unidos, actuando a menudo en conjunto y tomando sus propios pasos para controlar la frontera, ya que sus ciudades del norte han tenido problemas para albergar y alimentar a un gran número de personas migrantes.
Las duras condiciones atrajeron la atención mundial luego de un incendio en marzo en un centro de detención de migrantes de Ciudad Juárez que dejó decenas de muertos.
Se vacían refugios
Las autoridades migratorias mexicanas en Juárez desmantelaron recientemente un campamento de tiendas de campaña instalado después del fatal incendio, lo cual destaca la disminución de la presión en las ciudades fronterizas.
El lugar, que abrió con 240 personas en mayo, tenía solo 80 personas albergadas este mes luego de que muchos migrantes programaran citas con las autoridades fronterizas de Estados Unidos en los puertos de entrada a través de una aplicación móvil creada este año.
Cristina Coronado, quien opera un comedor de beneficencia para migrantes en la catedral de Ciudad Juárez, ubicada en el centro de la ciudad, dijo que los refugios en la zona estaban “casi vacíos” después de que los migrantes lograron obtener citas al otro lado de la frontera o fueron llevados por las autoridades mexicanas a distintas partes del país.
Aún así, Coronado y otros defensores de los inmigrantes advirtieron que la calma puede ser momentánea ya que cientos de migrantes, en su mayoría de Venezuela, Haití y Centroamérica, continúan llegando al sur de México diariamente desde Guatemala con el objetivo de dirigirse al norte.
Mientras las condiciones de los países de orígen no cambien, mientras las personas sigan saliendo, va a llegar un punto en el que nuevamente vamos a ver las fronteras saturadas”, dijo Alejandra Macías Delgadillo, directora de Asylum Access México, organización sin fines de lucro que ayuda a los solicitantes de asilo.
Queda por verse cuánto tiempo mantendrá bajo el número de cruces fronterizos la combinación de las políticas de Estados Unidos y México, agregó, pero una cosa está clara: “No creo que vaya a ser algo permanente”.
Disminuyen detenciones
Por ahora, las autoridades estadounidenses han registrado una fuerte caída en las detenciones de migrantes por cruzar ilegalmente la frontera desde que terminó la medida de salud pública conocida como Título 42, que prohibía el ingreso al país a la mayoría de las personas indocumentadas.
A fines de junio, las detenciones de migrantes habían comenzado a aumentar en algunas partes de la frontera, pero aún eran considerablemente más bajas que en la primavera.
El 29 de junio, los agentes de la Patrulla Fronteriza en el sector de El Paso, históricamente uno de los más ajetreados, se encontraron con 654 personas que intentaban ingresar ilegalmente a Estados Unidos, frente a las casi 2.000 por día a principios de mayo.
Las medidas implementadas recientemente por el gobierno de Biden incluyen penas más severas, como una prohibición de cinco años de ingreso a Estados Unidos para los migrantes atrapados tratando de ingresar ilegalmente, y mejoras en la aplicación diseñada para agilizar las solicitudes de asilo.
Pero el gobierno de México, que ya había acordado aceptar a inmigrantes no mexicanos deportados de Estados Unidos antes de que expirara la restricción de la era de la pandemia, también ha tomado medidas que contribuyen a reducir los cruces fronterizos.
Además de transportar en autobús y avión a los inmigrantes desde el norte de México a otras partes del país, entre ellas Chiapas, el estado más al sur del país, el gobierno ha introducido obstáculos burocráticos para los inmigrantes que intentan llegar a la frontera con Estados Unidos.
En la ciudad de Tapachula, en la frontera sur de México con Guatemala, cerraron las oficinas de migración que se habían establecido para proporcionar permisos temporales que permitieran a las personas viajar hacia el norte.
El gobierno de México impuso un mandato a nivel nacional para dejar de emitir cualquier documentación que permitiera a las personas migrantes y refugiadas permanecer en el país. Incluso se prohibieron los permisos emitidos por razones humanitarias y se reemplazaron por órdenes de expulsión que daban días a los migrantes para salir de México.
Los funcionarios pronto revirtieron o suavizaron estas medidas, pero los grupos de inmigrantes dicen que su efecto ha sido claro.
“Yo creo que la lógica es cansarlos”, dijo Eunice Rendón, coordinadora de Agenda Migrante, una coalición de grupos de defensa de los migrantes. “Que se vayan desanimando y se regresen”.
Usan al Ejército
Ciudad Juárez, que ha sido un punto de partida principal para llegar a Estados Unidos, ahora está patrullada por cientos de soldados, aparentemente para reprimir el crimen, pero también refuerzan los intentos de imponer orden después de un episodio caótico este año cuando cientos de migrantes intentaron cruzar la frontera por un puente que conduce a El Paso, Texas.
La gran concentración de soldados ha creado una clara disuasión para los migrantes, dijo Tonatiuh Guillén, exencargado del Instituto Nacional de Migración de México. “Sin opciones en México, ese es el mensaje”, dijo Guillén, enfatizando cómo los soldados creaban un “entorno de amenaza” para los migrantes.
Los migrantes que ahora se encuentran en el interior de México, bloqueados por todos los diferentes obstáculos, buscan opciones. En Ciudad de México, pequeños grupos de migrantes duermen en las calles que rodean una plaza.
Michael Fernando Poveda, de 26 años, quien escapó de la violencia y la falta de trabajo en Ecuador, duerme en una tienda de campaña que dejó un migrante haitiano que planeaba cruzar a Estados Unidos. Citando los nuevos desafíos para cruzar la frontera, Poveda dijo: “No se sabe si vas a cruzar o te vas a quedar por ahí o te van a deportar”.
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