Recuerdo como si fuera hoy,  la corbata que llevaba el presidente Ernesto Zedillo en aquel inicio de 1995, cuando, rodeado de su gabinete y líderes obreros, planteaba el proyecto económico para salir de la crisis generada por la devaluación del 20 de diciembre de 1994. 

Era una corbata negra con rombos plata. Vestía un traje color azul profundo muy sobrio. Hay un archivo de video de la agencia de noticias Associated Press en Youtube, parte de la cobertura periodística de aquella época. Alrededor de él estaban rostros conocidos, miembros de la hegemonía priista: la maestra Elba Esther Gordillo, entonces líder del SNTE, hoy aliada de López Obrador; Carlos Romero Deschamps, líder del sindicato de Pemex, hoy “libre de toda culpa”; Francisco Hernández Juárez, líder del sindicato de telefonistas. Por supuesto aparece Esteban Moctezuma Barragán, entonces secretario de Gobernación y hoy embajador de México en Estados Unidos. 

En 1994 el país sufrió varias tragedias políticas que debilitaron su economía. El levantamiento en Chiapas, los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y de Francisco Ruiz Massieu, y la inestabilidad financiera de tasas de interés muy altas para la deuda mexicana. Carlos Salinas de Gortari debió devaluar para quitar presión al presidente electo. No lo hizo porque le pesaba la frase de José López Portillo quien había dicho que un presidente que devalúa es un presidente devaluado. 

Una devaluación que pudo ser ordenada se convirtió en una tragedia nacional. El peso se fue de 3.5 a 8 por dólar. Jaime Serra, secretario de Hacienda se equivoca al enviar señales de que habría un ajuste en la paridad e hizo perder las reservas al Banco de México por la estampida hacia el dólar. 

Mal comienzo. Hubo un cambio en Hacienda y entró Guillermo Ortiz, alguien con mayor experiencia en asuntos de finanzas públicas. Los problemas eran graves. En un lapso de 6 meses había que pagar miles de millones de dólares en Tesobonos a inversionistas extranjeros. fondos de inversión, fondos de pensiones extranjeros y a   empresarios que habían confiado su dinero al país. 

No había con qué pagar. Si bien es cierto que la bomba le había reventado a Zedillo, quien la había armado era Carlos Salinas quien hizo una pataleta cuando perdió el poder y quiso presionar a Zedillo para que no culpara a su hermano Raúl de la terrible corrupción de su sexenio.

 En 1995 el PIB cayó el  7% y si no hubiera sido por el Fobaproa,  hubiera sido el 30%. El proyecto para salir adelante contemplaba la ayuda de Estados Unidos. Bill Clinton y su secretario del Tesoro, Robert Rubin, organizaron un paquete de rescate por más de 20 mil millones de dólares. El Fondo Monetario Internacional aportó 10 mil millones y otras instituciones 11 mil millones. Con ese dinero en mano, el Gobierno pudo liquidar la deuda de los Tesobonos y comenzaría a estabilizar la macroeconomía.

Fue cuando Zedillo comenzó a desplegar su capacidad de sabio líder silencioso. Apretó el gasto, rescató los depósitos bancarios y alargó los plazos de los créditos mediante Udis. En 1996 México tuvo de nueva cuenta acceso a los mercados financieros internacionales y pagó su deuda con los Estados Unidos en apenas 18 meses. Regresaba la confianza.

La misma corbata con un traje negro apareció en la reunion que tuvo con el presidente Bill Clinton en la Casa Blanca. Impecable en su vestir, el entonces presidente aseguraba que él tenía dos colores de traje, azul y azul oscuro. Así no perdía tiempo en escoger. México comenzaba su consolidación macroeconómica en 1997. (Continuará)

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