Según una invitación a la participación de los ciudadanos para definir las prioridades de inversión, la gente votó por un hospital de mascotas. Sabido es el amor que tiene Alejandra Gutiérrez por las mascotas. Quienes participaron le dieron la aprobación y fue la obra preferida. 

Aunque sólo fueron un cuarto de un total de 8,924, el ejercicio fue validado. De acuerdo a los datos de inversión, costaría 35 millones. El proyecto es humanitario, sin embargo muchos pensaron que no era prioritario ante otras necesidades urgentes: seguridad, salud, agua, etc. 

Cuando leí la nota me pareció que la consulta estaría sesgada y el proyecto sería literalmente un “pet project” o proyecto mascota de la alcaldesa. Alguien dijo que era la obra emblemática de la administración. Después de platicar con personas amantes de perros y gatos; después de comprender lo que las familias invierten en la manutención; después de comprender la compañía y alegría que dan a chicos y grandes, comprendí que el proyecto es bueno y realizable. 

No creo que hubiese razón de validarlo en una consulta con sólo el 0.25% de los empadronados de la ciudad. Tampoco considero que pueda ser un “proyecto emblemático” porque no tiene la dimensión presupuestal ni la complejidad de grandes obras como traer agua a León. 

Si vemos el porcentaje del ingreso que muchas familias disponen para alimentar a sus mascotas, entendemos lo que dijo el Papa Francisco acerca de los “perrhijos” y la decisión de muchas parejas de jóvenes de no tener familia. Pero ese es un tema aparte. 

En el trienio, el Ayuntamiento ejercerá más de 20 mil millones de pesos. Pareciera mucho dinero pero no lo es dadas las necesidades de una ciudad de 1.75 millones de habitantes. Los 35 millones necesarios pueden obtenerse con vender alguno de los terrenos que tiene León de donaciones. Lo interesante es que se puede organizar un patronato como la “Humane Society” (Sociedad Protectora de Animales) donde muchos ciudadanos, que adoran a las mascotas,  participen en su edificación y mantenimiento. 

Con una buena administración y cobrando los servicios a los dueños o facilitando la adopción de mascotas olvidadas, heridas o maltratadas, el proyecto se paga solo. No habría que tocar un sólo centavo de la administración. Se han popularizado en la ciudad los “hoteles de mascotas” que cobran por cuidar a perritos mientras los dueños salen de vacaciones. Hay veterinarios a domicilio y un mercado creciente de tiendas como Petco.

Las cosas han cambiado. En nuestra infancia recuerdo que en casa de los abuelos teníamos un hermoso Pastor Alemán. Le decíamos Rommel, como el general de la Segunda Guerra. Su comida era lo que quedaba, las “sobras” eran para él. También le daban huesos. Hoy hay comida para todos los bolsillos. Croquetas baratas o “balanceadas”, y no sobra el gatito que esté tan mimado que le den latas de alimento gourmet. Suena extraño que haya un proyecto para cuidar animales domésticos, pero bajo esa óptica está mal que gastemos en miles de cosas que no son indispensables como el alcohol o la industria gastronómica. 

 

Con un buen enfoque, el hospital puede no costarle al Ayuntamiento en su edificación y en su gestión. Cambiar un par de terrenos que no se usan por un hospital de mascotas vale la pena. Nos hace más humanos, sobre todo con las personas que pueden equilibrar emociones, afectos y compañía al lado de una o varias leales mascotas. 

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