De la cuenca del Río Lerma vendrá el agua para León, y para Celaya, Salamanca e Irapuato. La presa Solís, que desagua en Acámbaro, tiene una capacidad de casi 1000 millones de metros cúbicos. El embalse ha dado mucha riqueza a nuestro estado.
El Distrito 11 de riego se nutre de Solís y da agua para las siembras en el Bajío
Desde que iniciaron el proyecto de la presa del Zapotillo en Temacapulín, el camino estaba lleno de dificultades. La ineptitud política de Alberto Cárdenas, Juan Carlos Romero Hicks y Vicente Fox impidió que desde hace dos décadas no se resolviera el problema de la necesidad creciente. Por primera ocasión teníamos un presidente y dos gobernadores del mismo partido (PAN) que pudieron acordar y negociar la obra más importante de una generación.
A principios de siglo, cuando gobernaba Fox, llegaron al país cientos de miles de millones de dólares por ingresos extraordinarios del petróleo. La única inventiva de nuestro paisano fue pagar deuda externa. Con un poquito de ese dinero que hubiera destinado a su natal Guanajuato, tendríamos agua en abundancia desde Solís o el Río Verde. No midió la importancia del problema ni el poder que tenía para hacerlo.
Cuando se concursó la presa en Temacapulín y se otorgó la concesión del suministro a la empresa española Abengoa, pensamos que la solución estaba a la mano. Incluso Juan Manuel Oliva prometió que para el 2016 estaría la obra terminada. Puro atole populista.
Los leoneses y su Sapal creyeron que el cuento era cierto. Crearon un “guardadito” de 2 mil millones de pesos para lo que hiciera falta. Hasta que llegó el presidente López Obrador y los sacó del sueño de opio. El agua del Zapotillo sería para Jalisco porque así lo decidieron él y el gobernador vecino Enrique Alfaro.
Desde entonces nos dijeron, háganle como quieran. Y querer es poder. El gobernador Diego Sinhue Rodríguez y los alcaldes del corredor industrial tienen que coordinar muy bien cómo adquirir el agua de Solís a los campiranos del Bajío. Con un 10% del embalse de esa presa tenemos para abastecer los próximos 20 años si complementamos el plan con proyectos de aprovechamiento y reciclaje del agua.
Siempre que hacía cálculos sobre el precio del agua desde El Zapotillo a León y desde Solís, nunca comprendía por qué insistían en gastarse mil millones de dólares (2011) en una obra complicada, tanto que hasta el cura del pueblo se oponía porque su mini iglesia se inundaría. El beneficio para Guadalajara de tener una presa con una cortina de 105 metros es tan grande que nunca más le faltaría agua. Pero la ineptitud de nuestros políticos impedirá que se logre el embalse del Zapotillo. Con unos 800 millones de metros cúbicos, Guadalajara tendría agua para siempre. Pero ese es otro cuento.
Resulta más económico y rentable optimizar el distrito de riego, invertir en túneles, invernaderos, riego por goteo y otras medidas de recuperación de agua que pelear por una fuente que se origina en Jalisco a 145 kilómetros y con menor altura. Desde Solis pueden conseguirse bloques de agua para Celaya, Salamanca, Irapuato y León a medida que las ciudades crezcan. Desconozco los detalles políticos de un probable acuerdo entre partes, pero lo técnico no tiene problema. De la cortina de Solís a León -en línea recta- hay 150 kilómetros. La ventaja es que el agua puede llegar a Irapuato casi sin bombeo o rodada. De ahí son 60 kilómetros a una cabecera al oriente de León y al acuaférico.
Si Diego logra acuerdos, si hace buenas negociaciones podría ser su mejor legado. Traer agua a nuestras ciudades industriales. Lo técnico no tiene chiste.