En estos días nos tocó viajar de punta a punta en el continente de la narración. Hace unos días celebramos el centenario de la revista Selecciones del Reader´s Digest y hoy toca ir por el país literario lejano y complejo de James Joyce. El 2.02.22 cumple un siglo la novela más importante del idioma Inglés del Siglo XX: Ulises*. Un monumento a la creatividad humana y al dominio de la lengua convertida en prosa, poesía y música. Descubrir a Ulises (Joyce) fue una historia larga.
En la carrera había que espantar números, ecuaciones, densidades, elasticidades y toda suerte de medidas y cualidades de la materia. Todo para saber cómo construir ingeniosa ingeniería. Para salir de esa órbita elíptica y muy esquizofrénica, bastaba con fugarse a las letras. Y si bien Selecciones era una sana distracción, le faltaba la profundidad de la literatura seria. Eran los setentas y aunque Joyce ya estaba consagrado, sus novelas tenían la complejidad suficiente para rebotar más de una vez en su lectura.
A un alpinista le preguntaron: ¿por qué escalar el Everest?, “porque está ahí”, fue su respuesta. Tal vez por eso me empeñé en leer Ulises después de varias décadas. Estaba ahí. Como todo maratón, había que iniciarlo por lo más sencillo, el libro de cuentos Dublineses y luego El Retrato del Artista Adolescente (“The Portrait of the Artist as a Young Man”). Aunque Dublineses es la obra más sencilla, el Retrato asciende de lo simple a lo complejo como autobiografía novelada de Joyce.
Aún después de leer esas dos obras, entraba al ruedo de Ulises para ser embestido de nueva cuenta por la confusión, el estupor y la llana incomprensión. Llegó el momento en que me sentía limitado, torpe o de plano ignorante para enfrentar a un toro tamaño Miura, dispuesto a trapearme por la arena como a un capote rasgado.
Debía existir una combinación para abrir esa caja fuerte, una guía para entrar y salir sano y salvo del laberinto joyceano. Encontré un curso en video del maestro James A.W. Heffernan de la Universidad de Dartmouth. Todo en dos partes y 24 lecciones de un verdadero erudito en literatura, con el don de la claridad. Después de 18 meses de leer la edición en Español de la editorial Planeta, primero la lección y luego el capítulo, hasta llegar al final con el monólogo de conciencia de Molly Bloom más famoso y maravilloso de la literatura, comprendí por qué los maratonistas, alpinistas y otros atletas sienten un éxtasis de plenitud al terminar su íntima “odisea”.
Podría tratar de explicar en qué consiste la genialidad de Ulises, escrito en 18 capítulos que cuentan un día de la vida de Leopold Bloom en Dublín el 16 de junio de 1904. Día en que Joyce conoció a su esposa Nora Barnacle y hoy convertido en celebración nacional para los irlandeses que lo bautizaron como Bloomsday. Podría contar cómo cada capítulo tiene correspondencia con La Odisea del poeta Homero en algunos personajes e hilo narrativo, pero jamás en la sustancia de un héroe vital de principios del Siglo XX comparado con el Ulises que se va a la Guerra de Troya por 20 años en la increíble historia de la mitología griega. Pero, al igual que cuando comencé a leer la novela, me siento incapaz de hacer una crítica porque no tengo ni el conocimiento ni el oficio literario suficientes.
Escribo como aficionado la experiencia enriquecedora de no dejarse vencer por la oscuridad de una bocamina cuando sabemos que en sus profundidades hay vetas de conocimiento y placer estético inigualables. No contentos, sabemos que falta mucho para de verdad “vencer a ese bastardo”. (Continuará)