En Europa la pandemia terminó, al menos como la primera preocupación de sus habitantes. Para acercarse a lo que están pensando los ingleses no hay como sintonizar las estaciones de noticias de Londres, por ejemplo. También escuchar a quienes concurren en programas de conversación en los que los ciudadanos opinan sobre cualquier tema.
Hasta finales del año pasado los comentarios giraban en torno al COVID-19, a las fiestas clandestinas del primer ministro Boris Johnson y la recuperación económica de Gran Bretaña. Mientras escribo estas líneas, una señora dice que el dictador, Vladimir Putin, lo que quiere es simple distracción, que a largo plazo pretende poner a prueba al mundo y anexar Ucrania y Moldavia. También opina que las sanciones de Occidente deben aplicarse de inmediato. “El Kremlin tiene más ambiciones que Ucrania”.
Y sí, la tendencia en las noticias giró hacia Ucrania. En la prensa de Estados Unidos se convirtió en el tema de nuestro tiempo. Las derivaciones económicas de una invasión se sienten en los mercados de valores y en particular en el disparo de los precios del petróleo y el gas. Europa depende en un 30% del gas ruso y un corte a medio invierno sería catastrófico para Alemania, por ejemplo.
Hay notas que tienen ángulos que jamás imaginamos. Un analista del The New York Times explica desde Moscú que Putin está afectado tal vez por el coronavirus. Desde que inició la pandemia se le ve más encerrado y ensimismado. El autócrata de 69 años puede tener algún tipo de problema mental. La nota es especulativa pero suena racional después del riesgo al que expone a 180 mil jóvenes soldados en una aventura militar que no se había visto en Europa desde la Segunda Guerra.
En una reunión en Moscú con Emmanuel Macron, presidente de Francia, sentó al líder galo en una mesa donde los separaban 6 metros de cabecera a cabecera. Algo que interpretan los expertos como un distanciamiento de la realidad del dictador. Algo chusco que no habíamos visto en un encuentro como ese.
Los más escandalizados ingleses comentan en la radio que justo después de que Rusia invada a Ucrania, vendrá la intervención de China en Taiwán. “Le apuesto 20 libras a que eso va a suceder”, dijo una radio escucha al presentador de la LBC. Mientras los rusos están al pendiente y no pueden evitar la locura de Putin, en Occidente los países democráticos tienen gobiernos que nunca iniciarían una guerra en Europa.
El efecto en México ya se siente. La primera víctima es el erario público con el aumento en los precios de la gasolina. Hacienda está “subsidiando” el combustible al quitar el 100% del impuesto del IEPS que recaudaba. Dinero que es indispensable para cumplir con el presupuesto federal. Algo sensato porque si permitiera que los combustibles tuvieran un pico y subieran a más de 25 pesos el litro, la inflación podría escaparse del poder del Banco de México para contenerla.
La guerra de Putin comenzó hace algún tiempo, cuando ataques cibernéticos identificados desde Rusia afectaron la operación de un gasoducto en el Este norteamericano. La Guerra fría podría tener un beneficiario a quien Putin le salvó la popularidad: Donald Trump.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se reúne para discutir la situación. El doctor Juan Ramón de la Fuente, representante de México ante la ONU, tendrá algo que decir, esperemos que aporte a la lucha por la paz.
La conversación no termina y ya son las 3 de la mañana en Londres.