Samuel García tiene en sus manos la posibilidad de cambiar el curso de la historia nacional. Desde que asumió la gubernatura de Nuevo León, como candidato de Movimiento Ciudadano, el precoz político de 34 años, encuentra lo que la mayoría de los gobernantes: un cochinero en las compras del sexenio anterior y corrupción en todas partes. 

Justo al tomar posesión, Samuel se da cuenta de cobros excesivos en el Agua y Drenaje (AyD) de Nuevo León. “Había una mafia que operó durante la gestión de Jaime Rodríguez, el famoso “Bronco”. De inmediato despide a los responsables e inicia las investigaciones penales. Poco tiempo después sale a la luz pública una empresa “cercana al ex gobernador” que factura 4 mil millones de pesos en contratos de chile, dulce y manteca, con presuntos sobreprecios y firmas falsas de exclusividad en productos, según información del periódico El Norte.

“El Bronco”, Jaime Rodríguez, logró la gubernatura con una campaña anticorrupción. El electorado, harto del priísta  Rodrigo Medina y sus negocios al amparo del poder, votó por el primer gobernador independiente de nuestro tiempo. Al inicio de su sexenio, Rodríguez arremetió contra Medina, sin muchos resultados a pesar de la evidente corrupción. Al tiempo olvidó su promesa y permitió que el cambio sirviera para que todo siguiera igual, o peor. Fue una traición.

La alternancia puede rendir muchos frutos si el nuevo gobernante tiene la voluntad de no robar, de no ser cómplice de los negocios y socios de su antecesor. Cuando un mismo partido se perpetúa, la costumbre es tapar y tapar. El pacto de impunidad se da cuando el “dedo” elector sugiere o define a su sucesor. 

Como Samuel García no le debe nada a Jaime Rodríguez porque no es de su partido y parece tener un compromiso de honestidad, lo más probable es que persiga a los socios de “El Bronco”, y si tiene valor, al mismo ex gobernador. Es más fácil de lo que parece: la lista de compras, contratos, concesiones y prebendas está a la vista del público con la Ley de Transparencia. Lo difícil es encontrar a un político que de verdad quiera limpiar la casa y traiga a cuentas a quienes se enriquecieron con el erario público. 

Nuevo León tiene un presupuesto sexenal que superará los 700 mil millones de pesos. Un monto muy jugoso para cualquier cleptocracia o un gran presupuesto para transformar con honestidad a la entidad, la más pujante del país. Si Samuel trabaja con transparencia y hace justicia, estará en primera fila para convertirse en candidato presidencial. Él dice que cumplirá con su sexenio porque fue su promesa de campaña, sin embargo puede construir un futuro político luchando contra la corrupción en su estado y convertirse en un ejemplo de que sí se puede. 

Cierto que buena parte de su éxito fue gracias a la presencia de su esposa en las redes sociales, Mariana Rodríguez Cantú. Un fenómeno de la comunicación que tiene millones de seguidores en toda la República por su empatía con los gobernados.

El electorado de Nuevo León no obedece a consignas de partidos ni a ideologías de izquierda populista tropical. Los tres líderes más importantes de ese estado son Samuel García, gobernador; Luis Donaldo Colosio Jr., alcalde de Monterrey y Miguel Treviño, alcalde reelecto de San Pedro Garza García. Representan una nueva generación de políticos con vocación de servicio, anhelo de verdadera transformación y voluntad de acabar con la corrupción.

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