La máquina inagotable de polémicas mañaneras apuntó la mira a los “fifis y conservadores pseudoambientalistas”. El grupo de artistas que defiende el ecosistema de la construcción de la quinta etapa del Tren Maya,  encontró la descalificación inmediata del Presidente. Sin exponer fundamentos, López Obrador acusa a los promotores de la campaña, “Sélvame del tren”, de intereses creados, de recibir pagos por participar en contra de la obra. 

La respuesta de Eugenio Derbez, el recién galardonado actor de la película CODA, tuvo chanfle propio de alguien acostumbrado a los reflectores cuando dijo que a él nadie le pagó por el anuncio, además de que no recibía sobres amarillos. El Presidente, subido en el ring le contestó que lo de los sobres está pasado de moda que ahora son “transferencias”. 

Extraño ver a un mandatario metido en dimes y diretes con actores y comediantes que le contestarán tantas veces como los mencione. Además da impulso a la propia campaña “Sélvame del Tren” realizada en las redes sociales. 

De todos los actores propagandistas de la denuncia ambiental, Derbez tiene la mayor popularidad. Sus programas y películas – infumables para muchos-  lograron picos de audiencia durante una generación con el trabajo artístico de medio siglo. El hijo de la gran actriz Silvia Derbez, ha estado siempre frente a las cámaras. Su vida privada y de actor ha sido parte del cotilleo en revistas del corazón y las notas más vistas en programas de la farándula.

Después de escucharlo surge una idea un tanto extravagante pero no imposible: su brinco a la vida pública. El mejor ejemplo de lo que puede lograr un buen artista, un actor profesional, polifacético, está en la película CODA. Durante meses Derbez se preparó para el papel, dijo a Galavisión: “A mí me tocó ser el maestro de música y me tocó aprender piano. Tuve que tomar clases de piano, clases de dirección de coro, aprender a dirigir un coro, aprender a dirigir una orquesta, aprender clases de canto, tuve que aprender un poquito del lenguaje de señas, fue una aventura hermosa”.

¿Y qué tal si se preparara para una campaña presidencial? Suena absurdo hasta que le damos media vuelta al globo y vemos al héroe de Ucrania, Volodímir  Zelenski, quien antes de ser presidente tuvo una carrera de actor, productor, guionista y director de cine y televisión. La sorpresa de su arrojo y valentía para enfrentar a Vladimir Putin y al segundo ejército más poderoso del mundo pone una marca en la historia de nuestro siglo. 

El actor, convertido en campeón de la libertad y de la independencia de su país, nos asombra por su liderazgo y coraje ante la adversidad. En algún momento pensamos que lo mejor para Ucrania sería el camino de la rendición para luego luchar con la fortaleza de la resistencia civil. Zelenski eligió el camino de la sangre, sudor y lágrimas. Su carisma cómico se transformó en el de un rostro duro, imbatible e inspirador. 

Los próximos 24 meses pueden traer tantas sorpresas como lo fue la pandemia y la loca aventura militar de Rusia. Algún ciudadano, algún líder que hoy no vemos en el horizonte, puede unir y encabezar a la oposición que hoy está granulada y dividida. Puede ser el apellido Colosio, el regreso de Ricardo Anaya o la serenidad de Enrique de la Madrid. ¿Qué tal la beligerancia y facilidad de palabra de Lily Téllez, entrenada como conductora de televisión o la gran sonrisa de Eugenio Derbez?

La buena palabra, la retórica convincente, pueden lograr que “las señales del corazón” muevan a un país desencantado y atribulado por la inseguridad, la carestía y la incertidumbre. 

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