La radio sonaba como ruido de fondo al mediodía con el noticiero de la W. No le prestaba mucha atención hasta que escuché una voz tipluda sin cadencia, como una repetición de una clase de un maestro insufrible. Era Hugo López-Gatell, extendiendo explicaciones redundantes sobre la vacunación.
De inmediato le pedí a Alexa que parara, era imposible soportarlo siquiera un minuto más. Los recuerdos de dos años de pandemia se agolparon. Regresaron a la mente sus peroratas sobre la inutilidad del cubrebocas o las necedades de que algo sirve para lo que sirve y no para lo que no sirve. Qué decir de la frase lambiscona sobre su jefe López Obrador, de quien decía tenía fuerza moral pero no de contagio y se contagió no una sino dos veces.
Al menos la pandemia quedó atrás y no tenemos fallecimientos desde hace dos semanas en Guanajuato. La pesadilla de la crisis sanitaria más grande de nuestra historia dejó de ser una tormenta cotidiana. En el exceso de fallecimientos, en la falta de humildad para congregar a los expertos y salvar más vidas, queda el recuerdo del presente cuando todo termine para este sexenio.
Por la tarde llamo al Dr. Éctor Jaime Ramírez Barba quien contesta desde la Cámara de Diputados. La comunicación es tan clara que escucho el barullo de los legisladores y en particular los gritos de una mujer desde tribuna. Sus lamentos son insoportables, peores que el chillido de comadres gritonas de pleito en un mercado. No se escuchaban argumentos sino histeria pura de alguien dolida con la vida.
Éctor dijo que así podría pasar mucho tiempo cuando alguna diputada o diputado pide la palabra. Tienen 5 minutos para hablar, sin embargo cuando otro diputado pregunta algo, el discurso puede extenderse por horas. El Congreso se ha vuelto un circo y las agresiones verbales son la moneda de cambio entre partidos. Imposible que alguien escuche o tenga un diálogo constructivo. La tribuna es el lugar de los desahogos.
Por la noche, al regresar camino a casa, escucho el programa de Maricarmen Cortés. Comentan sobre los datos del FMI que tienen un nuevo estimado de crecimiento para el país. Rondará el 2% apenas en 2022. Aunque la noticia fue publicada desde temprano el martes, los comentaristas dicen que el porcentaje podría ser menor. Hago cuentas mentales rápidas. Tuvimos el -0.1% en 2019, -8.5 en 2020; salimos un poco del hoyo con un 5% en 2021. Con el 2% este año, ni siquiera igualamos la producción de 2018. Cuatro años perdidos. Tal vez a final de sexenio terminemos en el mismo lugar que cuando arrancó. La peor economía en 35 años. López Obrador había asegurado un crecimiento del 5% y su secretario de Hacienda el 3.6%, sin embargo las calamidades mundiales nos golpean con la inflación.
Para equilibrar el día hay que echar mano de las buenas noticias, de lo que afortunadamente no sucedió; sabemos que la votación del domingo abre un horizonte de esperanza para nuestra democracia. Casi seguros estamos de que al INE nadie lo puede tocar y que la Guardia Civil no será parte del Ejército.
Lo de la nacionalización del litio sólo nos ha servido para reír de los memes que publican los críticos del Gobierno. Algo había que nacionalizar a como diera lugar. A lo mejor Bartlett está pensando cómo nacionalizar el viento que mueve a los aerogeneradores o los rayos del sol que alimentan los paneles, ya que los extranjeros nos los roban.