La evidencia de que la estructura estaba dañada era “visible en fotografías adquiridas desde el nivel de la calle”, señala, por lo que podría haber sido detectada en una inspección visual “consistente con las prácticas típicas de la industria”. 

Atribuido a DNV por El País de España

La decisión de Claudia Sheinbaum de desacreditar los resultados de la investigación que ella misma ordenó, hace que su candidatura presidencial se fracture. Al principio pretendió esconderlos alegando un litigio contra la empresa noruega. Luego, cuando el periódico El País dio a conocerlos, no tuvo más remedio que hacerlos públicos. Ella no fue la víctima.

Victimismo es una palabra que describe el hecho de hacerse la víctima, de no tomar responsabilidad de lo que depende de nosotros. El tema se vuelve circular cuando reflexionamos si nosotros mismos somos víctimas de nuestros malos gobernantes o responsables de nuestro destino frente al poder. 

Cuba, por ejemplo, tiene medio siglo encerrada por una tiranía comunista que mató desde hace tiempo la esperanza de una vida mejor. El gobierno tiene herramientas de represión formidable en la policía y en ciudadanos que “cuidan la Revolución” como informantes de barrio, chivatos que obtienen algún beneficio de serlo. En las manifestaciones de julio pasado, surge la verdad de la condición humana en la isla, sin embargo, la represión fue inmediata con el encarcelamiento de cientos de ciudadanos. 

Aquí la libertad de expresión, los medios independientes, las redes sociales y nuestra bien ganada democracia, impiden un control total del Gobierno como en tiempos del PRI. Hay un sistema de partidos y ningún vecino tiene que espiarnos para saber qué hacemos o cómo pensamos. El problema es que quienes disentimos del proyecto de la 4T caímos en el victimismo. La oposición actúa como víctima del gobierno y ese es un terrible error. Cuesta mucho reconocerlo pero así es. 

La evidencia es que la oposición puede lograr tanto como quiera si evita el victimismo. En lugar de gemir por lo que no gusta, podría iniciar la construcción de lo que propone. Cuando lo ha hecho le va bien. Los aspiracionistas, clasemedieros, meritocráticos, liberales, plurales y demócratas, deben unirse en torno a esos valores. Si nos fijamos bien, son mayoría (somos mayoría). Someter nuestro destino a una visión autocrática, arcaica, neo priísta y populista, descarrila los ideales occidentales que animaron nuestro desarrollo. Digo los occidentales porque en el mundo, con la guerra en Ucrania, surge una raya entre los países democráticos y los autocráticos. 

Los autocráticos como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte, Rusia y China, tienden a enfrentar a los países libres y democráticos. Las naciones que abrieron o mantuvieron su sociedad abierta prosperan como nunca. Uruguay, Chile y Costa Rica son ejemplo en nuestro hemisferio. Dicen que cada pueblo tiene el gobierno que merece. La verdad es que ningún pueblo merece un mal gobierno o una dictadura o una autocracia. Los rusos no merecen a Putin, ni los cubanos a Raúl Castro; México tampoco merece vivir bajo una sola idea o el gobierno de un solo hombre. Lo primero que debemos hacer es no manifestarnos como las víctimas de nuestro destino, sino como los forjadores del mismo. ¿Cómo defender nuestras instituciones, nuestras libertades, y cómo podemos frenar el intento estatista y autocrático de un gobierno que quiere regresar al pasado?

La oposición puede ganar la carrera democrática con elecciones primarias. Defender la democracia con más democracia. Eso sería un tiro. (Continuará)

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