Hay cosas incomprensibles para el ciudadano que no capta qué quiere el Gobierno cuando toma decisiones como traer a “doctores de Cuba”. El argumento de que faltan especialistas en México lo desmintieron los propios galenos en comunicados de prensa y en las redes sociales.
Lo que pagará el País por unos 3 meses a Cuba -que no a los doctores- son 250 millones de pesos aproximadamente. Si López Obrador quiere apoyar al gobierno cubano y a sus dirigentes, podría extender un cheque como préstamo de Bancomext por 12 millones de dólares y asunto resuelto. No se necesita importar “especialistas”.
Cuando comenzó la pandemia vinieron los cubanos pero no había mucha claridad sobre sus capacidades. Según testimonios de médicos mexicanos con los que colaboraban, los caribeños no tenían la menor preparación o especialidad. Podrían pasar como paramédicos, enfermeros pero nunca como especialistas. Recordamos cómo los transportaban en autobuses de tipo turístico. Daba la impresión de que los tenían controlados. Todo una logística que no era ni eficiente ni económica.
En el lenguaje de la política exterior de Palacio, la importación de mano de obra desde Cuba es un mensaje. Un “gesto de solidaridad” con el gobierno de La Habana y un comunicado al sector médico del País. También puede ser un ejercicio de brigadismo. Los cubanos no vienen sólo como médicos sino como intérpretes de la realidad nacional para fines políticos. No lo sabemos pero huele mal.
Cuba sufre la peor crisis alimentaria de su historia. Peor que el llamado “periodo especial” cuando cayó la Unión Soviética. El derrumbe del turismo, la falta de producción interna y la escasez de divisas los tiene al borde de una hambruna. Tanto que Joe Biden acaba de autorizar cambios que beneficiarán a los cubanos. Sus parientes, desde EU, podrán enviar más de mil dólares, el límite anterior. Habrá más vuelos entre los dos países y permitirá la visita a parientes. También ampliará a 20 mil las visas anuales de reunificación familiar. Biden, como Obama, comprenden que la mejor forma de liberar a Cuba del yugo comunista es el comercio.
Para la oposición el tema de los doctores cubanos es una oportunidad más de confrontación con el régimen. El argumento es simple: ¿cómo vamos a pagarle más por sus servicios a un médico cubano que el sueldo del mismo Presidente? No cuadra e irrita a quienes no reciben buen servicio médico en las clínicas públicas.
Ayer tuvimos un paro en clínicas del IMSS porque los doctores y las enfermeras no tienen los recursos materiales para hacer su trabajo. El contraste es tremendo. Faltan medicinas; las citas para operaciones tardan meses y los tratamientos para enfermedades catastróficas causaron muchas muertes durante la pandemia. En los sexenios que ahora llaman neoliberales se logró una cobertura casi universal con el Seguro Popular. Durante la pandemia sólo hubo una voz, la del doctor Hugo López-Gatell, quien ni siquiera sabía que el cubrebocas era indispensable para protegernos del COVID-19.
Otro argumento que esgrime el secretario de Salud, Jorge Alcocer, es que nuestros médicos no quieren hacer su servicio en pueblos como los de la sierra de Guerrero. ¿Quién en su sano juicio quiere exponer su vida entre la violencia de los cárteles? Si curan a unos, los otros los matan.
Herbert Marcuse decía: “seamos realistas, exijamos lo imposible”. Siempre que se haga comunismo en las gallinas de mi compadre.
El Gobierno lo sabe: denostar a nuestros médicos y exaltar a extranjeros es una provocación. No sabemos para qué.