La sabiduría popular dice que es bueno ahorrar, guardar algo para el futuro, sea poco o mucho. En tiempos normales puede convenir; cuando hay inflación el dinero pierde su valor y sucede lo contrario. Eso pasa en las familias, las empresas y el Gobierno.
Durante la pandemia, los países ricos repartieron dinero en directo a personas y empresas para evitar que sus economías se derritieran y la gente estuviera en desamparo. Eso produjo inflación en todo el mundo. En México, el Gobierno decidió no extender los apoyos. El impacto aún lo sentimos en el crecimiento anémico que apenas nos igualará en 2024 con lo que produjimos en 2018. La carestía llegó de importación.
Con la inflación, si los ahorradores pierden, los deudores ganan. El Banco de México, por ejemplo, perdió un 6% del valor de las reservas que tiene en bonos del tesoro norteamericano. Mientras la inflación en Estados Unidos es del 8.3%, los intereses que recibe el Banxico apenas si llegan al 2 o 3%. Mal negocio para los mexicanos. Le regalamos dinero al Tío Sam.
Lo mismo pasa con los gobiernos que tienen mucho guardado a corto plazo. Otro ejemplo: el SAPAL (Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de León), tiene saldos líquidos en bancos por mil 700 millones de pesos, además de una cartera por cobrar de más de mil 200 millones. Hace un año se podía comprar por lo menos un 35% más barato el acero y el cemento. La carestía pega fuerte a la construcción. Con una visión empresarial, como dicen tenerla en su consejo, se podría invertir el doble en compra de pozos, llevar agua a más colonias o mejorar la eficiencia de la red. El dinero estacionado en bancos, paradójicamente, se hace agua.
Lo mismo pasa con los saldos del gobierno estatal que actualmente ascienden a 21 mil millones de pesos que tienen invertidos a corto plazo. Cuando sugerimos mayor inversión y endeudamiento para realizar obras, la respuesta común es que los dineros están “etiquetados”. Tal vez sea así, pero debe existir una fórmula para acelerar la inversión y llevar al tope de endeudamiento. Tan malo es estar sobreendeudado como Nuevo León, que no utiliza la capacidad de crédito de las instituciones en tiempos de inflación.
Guanajuato, León y Sapal, tienen una excelente calificación crediticia que le permite tomar créditos a precios por debajo de la inflación. Ayer el índice reportado por el Inegi fue de 7.65%. El Estado contrató el año pasado créditos a largo plazo a menor tasa. La banca le está prestando dinero a tasa real negativa.
Hoy viernes en Estados Unidos se dará a conocer también la inflación; será superior al 8%. Nunca antes habíamos tenido un aumento de precios menor que el de ellos. Si la pandemia no dislocó el tejido social por encierro, miedo y ansiedad, hoy en países como Inglaterra regresa el malestar social porque la gasolina duplicó el precio, lo mismo que las cuentas de luz y algunos comestibles. Al primer ministro Boris Johnson lo quieren echar.
Para el gobernador Diego Sinhue Rodríguez hay una ventana de oportunidades en los 25 meses que quedan del sexenio. Un sprint final de inversión pública en infraestructura y seguridad sería muy bienvenido. Al igual que Samuel García de Nuevo León, sabe que la Federación lo último que haría es apoyar proyectos de gran calado antes de la elección sexenal. Recordemos: regresó el PRI recargado que ahora se llama Morena. Hay que valernos por nosotros mismos.