“No es un cambio para vengarnos, no es un cambio para construir más odios, no es un cambio para profundizar el sectarismo en la sociedad colombiana.”
“Nosotros vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia.”
Gustavo Petro en su primer discurso como presidente electo de Colombia.
Hay quien le tiene miedo en automático a la izquierda por razones ideológicas o por confusión. La normalidad democrática en los países desarrollados siempre estará marcada por el péndulo que va de un lado a otro. El electorado pide cambios cuando las cosas no van bien o no se cumplen las promesas de los candidatos electos.
España pasó de un régimen totalitario de ultraderecha a una democracia moderna después de la muerte de Franco. Políticos de gran preparación y lucidez llevaron de la mano a ese país a la normalidad democrática. Adolfo Suárez, ubicado en el centro, dio paso al partido liberal de izquierda el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), y a su gran líder, Felipe González, quien llevaría a España a la modernidad europea. Tan exitoso fue González que gobernó durante 14 años.
Recuerdo que en España se vivían tiempos de euforia pues la izquierda sepultaba la rancia ideología fascista de Francisco Franco, sin tratar de eliminar de la vida política a sus admiradores. El discurso de Gustavo Petro es más parecido al de Gabriel Boric de Chile que al de Nicolás Maduro de Venezuela. Coinciden en su espíritu pragmático para hacer los cambios. La primera piedra que se coloca es para construir consensos y no destruir ni tratar de anular a la oposición. Por el contrario, se les invita a la mesa del diálogo para generar un proyecto incluyente. Pura inteligencia, nada de resentimientos.
Los derrotados caben incluso en el equipo. Se habla de que un muy preparado economista educado en la Universidad de Columbia será el próximo responsable de la hacienda pública. Por si eso fuera poco y para resaltar la postura liberal de Petro, dijo: “nosotros vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia”. ¡¿Qué?!, dirán los de izquierda. Petro tiene razón, buena parte del atraso social de Latinoamérica es que tenemos un capitalismo subdesarrollado, donde la corrupción en los gobiernos hace que la riqueza sea de “cuates” y no de mercado abierto con límites a monopolios y oligopolios.
Petro de Colombia y Boric de Chile, son políticos de diferentes generaciones pero tienen algo en común: están preparados y saben escuchar. Muy lejos de los gorilas como Ortega de Nicaragua, Maduro de Venezuela y Díaz Canel de Cuba. También son muy distantes al “estás conmigo o contra mí; estás con la 4T o eres un conservador fifi”. La altura de miras de un buen político es eliminar sus resentimientos, superar sus complejos y entregarse al bien superior de la nación. El ejemplo de nuestra generación es Nelson Mandela. Después de estar casi tres décadas en prisión, salió para conquistar a todos, para unificar a Sudáfrica después de la miserable segregación racial.
Mandela nunca buscó venganza ni se atrevió a culpar al pasado de las desgracias de su país. En un gesto de humanidad, luchó porque la población de color, aceptara lo valioso de sus opresores blancos. El film “Invictus” es el mejor homenaje a la sabiduría de la tolerancia y la inclusión.
Gustavo Petro, un intelectual humanista, puede transformar Colombia en una historia de éxito, donde la paz y la armonía prevalezcan desde el inicio de su mandato. Puede ser el izquierdista inteligente que cambie a Colombia.