Asesinatos en Japón

Para tener una idea de lo que supone para los japoneses el asesinato a balazos del ex primer ministro Shinzo Abe, uno de sus políticos más conocidos, basta saber que el año pasado el País tuvo apenas 10 casos penales relacionados con armas de fuego, con un saldo de un muerto y cuatro heridos, según la policía y de acuerdo con un reporte de la agencia de noticias AP. 

“Ocho de los casos estaban ligados a pandillas. Tokio no registró ni un solo incidente armado, ni heridos ni muertos durante ese mismo año, aunque se incautaron 61 pistolas”. El estricto control de las armas de fuego da resultados y la mayoría de los asesinatos se producen a puñaladas.

Como muchos otros países civilizados, Japón ha tenido una reducción sostenida de los índices de criminalidad. De acuerdo con Datosmacros.com de Expansión, los homicidios intencionados se redujeron de 724 en 1995 a 319 en 2019, el año anterior a la pandemia. 

Es decir, durante todo ese año hubo menos asesinatos que durante cualquier mes de 2020 en Guanajuato, con excepción de diciembre, cuando por fin ‘bajamos’ a 300. Pero en enero, julio y septiembre hubo más de 400 casos y el año cerró con 4,490 homicidios dolosos, es decir, 14 veces más que en Japón un año antes. En 2019 registramos 3,540.

Una característica singular de la violencia homicida en aquel país es que la mayoría de las personas asesinadas son mujeres. De los 319 casos consignados en 2019 (no encontré cifras de los dos últimos años completos), en 181 casos las víctimas fueron mujeres, en 138 los hombres. Este fatal predominio femenino se registra desde 2009, cuando mujeres y hombres murieron asesinados por igual, 253 cada uno.

De cualquier forma, la última tasa de homicidios intencionales registrada en Japón, que tiene 125 millones de habitantes, es de 0.25 por cada 100 mil habitantes. En Guanajuato, durante el primer trimestre del año, fue de 9.76, lo que nos ubicó en séptimo lugar, debajo de Colima, Baja California, Zacatecas, Michoacán, Morelos y Sonora. El promedio nacional fue de 4.73.

Y mientras leo que uno de los mayores problemas criminales en Japón es el robo de bicicletas, 6.6 aparatos por cada 100.000 habitantes (aunque la policía recupera la mitad), en León registramos esta madrugada del 10 de julio uno de las peores matanzas que recuerdo, un ataque a mansalva durante una fiesta, en la que murieron seis personas. Vivimos en otra dimensión.

A punto de ser detenido por el homicidio de Shinzo Abe, el presunto responsable Tetsuya Yamagami sostiene la precaria arma, hecha a mano y envuelta con cinta adhesiva, con la que al parecer cometió el crimen.

Foto: Nara Shimbun/Kyodo News vía AP

La muerte de Luis Echeverría

Como casi todos, siempre he valorado la virtud de la fidelidad, sea a una causa o a una persona. Pero no por eso deja de causarme pena ajena leer al diputado del PRI Augusto Gómez Villanueva manifestar su profunda tristeza por el fallecimiento de Luis Echeverría Alvarez, “un hombre con sentido nacionalista, impulsor de instituciones y de la igualdad de la mujer”, según nos cuenta.

Como se sabe, Gómez Villanueva fue durante aquel sexenio jefe del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización y luego Secretario de la Reforma Agraria, una de tantas áreas polémicas durante la gestión de Echeverría, como tuvo ayer oportunidad de recordar Lilly Téllez, al conocerse la noticia del deceso del ex Presidente. 

Más discretos, otros fieles ex compañeros de LEA, como Jorge de la Vega Domínguez y Sergio García Ramírez, se limitaron a aparecer en el velorio, sin exaltar hasta donde he podido ver los discutibles méritos del difunto.

Aunque muchos de los análisis que circulan desde ayer centran su interés en episodios como la masacre de Tlatelolco y la matanza cometida tres años después, en 1971, por tropas paramilitares en las calles de la Ciudad de México, Téllez acierta en destacar la animadversión por los empresarios que manifestó Echeverría durante su sexenio, que hizo crisis en el asesinato en Monterrey de don Eugenio Garza Sada. Testimonios publicados hace 15 años por el periodista Jorge Fernández revelaron que el régimen tenía infiltrado al grupo que cometió el crimen y no frenó el intento de secuestro que desembocó en la muerte de Garza Sada. En este sentido, el discurso fúnebre de Ricardo Margáin durante el sepelio es una muestra elocuente del nivel al que las cosas llegaron a causa de ese enfrentamiento.

Mi padre me platicaba que Echeverría y sobre todo su hermano Rodolfo (conocido como Rodolfo Landa, actor y dirigente sindical del gremio), mantuvieron múltiples contactos con la comunidad de refugiados españoles que llegó después de la Guerra Civil en aquel País. 

De su trato con el que fuera Presidente, siempre dijo que le sorprendía su transformación y haber visto cómo un sobrio funcionario priísta que llegó hasta la cumbre enarbolando su discreción se desató una vez que llegó a Palacio Nacional, al grado de imprimir un ritmo desenfrenado a su gestión, practicar una locuacidad intolerable e intentar convertirse en el líder del tercer mundo y secretario general de la ONU.

El desenlace de su gestión fue la primera de las crisis económicas que azotaron al País hasta 1994 y recuerdos como los que desde ayer se expresan: crímenes impunes, abusos, la peor cara del presidencialismo mexicano. 

Luis Echeverría con familiares de Eugenio Garza Sada, durante el sepelio del empresario.
Foto: elnorte.com

Atenta corrección

Una amable lectora, Diana Aranda Llamas, me hizo ver un error cometido en El Intérprete de la semana pasada. Y es que como puede verse en el enlace compartido, que se incluye en el comunicado de la Sociedad Interamericana de Prensa sobre la presentación del estudio, el Índice Chapultepec de Libertad de Expresión y Prensa contempla dos periodos distintos y por descuido incluí solamente un pasaje del resumen ejecutivo de uno de ellos, además el más antiguo. El otro señala:

“En el periodo que va de julio de 2020 a agosto de 2021, las cosas empeoraron: 

En materia de libertad de expresión México se ubica en el lugar 16 de 22 países del Continente Americano evaluados en el estudio del Índice Chapultepec. Suma un total de 49.21 puntos de 100 posibles. En la medición realizada entre el 31 de julio de 2020 y el 1ro de agosto de 2021 la violencia contra los periodistas se recrudeció, lo que llevó a considerar que en el país hay un clima poco favorable para el ejercicio de la libertad de expresión. 

“Como en años anteriores, desde los entornos Ejecutivo, Legislativo y Judicial, las instituciones del Estado mexicano influyen moderadamente en el impulso de acciones orientadas a mejorar y fortalecer los marcos jurídicos, las políticas públicas y las condiciones generales que permitan a los ciudadanos ejercer plenamente su derecho a la información y a expresar sus ideas y opiniones. 

“Por otro lado, los altos niveles de inseguridad que se viven en el país siguen afectando el ejercicio del periodismo y se advierte que algunas acciones del entorno Ejecutivo inciden negativamente en el ejercicio de la libertad de expresión de los periodistas y de otros actores políticos relevantes”, señala la SIP.

Añada amable lector que durante 2022 han sido asesinados 12 periodistas y podemos comenzar a vislumbrar cómo será el próximo informe.

¿Qué ver, qué leer?

El fallecimiento del actor Tony Sirico, conocido por haber intervenido en Buenos Muchachos y Los Soprano, dos de las cumbres de la televisión y el cine de mafiosos, me permitieron conocer muchos aspectos interesantes de su vida.

El principal, que había sido en su juventud amigo de Woody Allen, lo que explica el hecho de que apareciera en siete de sus películas. Otro, su carrera como delincuente.

“A finales de los años sesenta y principios de los setenta fue arrestado en 28 ocasiones. En 1967, fue enviado a prisión por asaltar un club nocturno en Brooklyn, y liberado después de cumplir 13 meses de condena. En 1971, fue hallado culpable de posesión de armas criminales y de droga tras ser detenido en un club que dirigía en Manhattan, y sentenciado a cuatro años de prisión. Sirico acabó cumpliendo 20 meses de reclusión en Sing Sing”, evoca la nota necrológica que publicó El País.

El tristemente célebre penal de Sing Sing le cambió la vida, al involucrarse en un grupo de teatro que fue la semilla de su carrera. Añade la semblanza: “El físico a la vez le ayudó y le condicionó: ‘He hecho unas 45 películas. En 40 de ellas he hecho de mafioso y en las otras cinco, de policía corrupto’, bromeaba hace unos años en una entrevista”.

Al final, sus papeles en las películas de Allen y en el clásico de Scorsese se vieron opacados por su intervención en Los Soprano, la serie que dejó una huella indeleble en el público. Víctima de la demencia, vivió sus últimos años en una residencia de apoyo en Florida.

Tony Sirico y James Gandolfini, con el premio del Sindicato de Actores a mejor reparto ganado por ‘Los Soprano’ en 2008.
Foto: AP/ Chris Pizzello, archivo

MCMH

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