Rafael Caro Quintero no es solo un criminal del pasado. Tampoco alguien que cumplió una condena por 28 años y trató de rehacer su vida cuando salió de prisión, en 2013. Era un jefe de una nueva organización criminal, una de las más agresivas que las autoridades de México y Estados Unidos han rastreado en territorio mexicano durante el Gobierno federal que terminó en 2018, y también en el actual.

Fuentes oficiales y especialistas me confirmaron que esta organización es conocida como el “cártel de Caborca”, y es responsable de mucha violencia en varios estados de México. “Han incendiado la costa de Sonora y se ha expandido de forma muy impresionante”, me dijo Eduardo Guerrero, especialista en seguridad y director de la consultora Lantia Intelligence. “Están en Chihuahua, Sonora, el norte de Sinaloa, Estado de México, Ciudad de México, Quintana Roo y Guerrero”.

En los últimos siete años, autoridades de inteligencia de ambos países rastrearon los acuerdos de Caro Quintero con organizaciones criminales. Primero, al salir de la cárcel, sus arreglos fueron principalmente con contrabandistas de Sinaloa, parientes de Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “El Mayo” Zambada. Después, él, su hermano y un sobrino se aliaron con organizaciones criminales enemigas de los sinaloenses, como “La Línea” y “el Cártel de Jalisco Nueva Generación”, según documentos judiciales y de inteligencia que consulté para esta columna.

Caro es el enemigo principal de la organización antidrogas de Estados Unidos, la DEA. Durante más de tres décadas, ha querido juzgarlo como responsable del asesinato del agente Enrique “Kiki” Camarena en México en 1985. Pero la extradición que busca el gobierno estadounidense ante la Cancillería mexicana no habla de Camarena, sino de delitos muy recientes, ocurridos entre 2015 y 2016.

En julio de 2018, la Fiscalía estadounidense elaboró una nueva acusación contra Caro. En 2020, la amplió. En ambos documentos, es señalado como el principal jefe de la “Organización Caro Quintero”. Es acusado del contrabando de alijos por más de 4,500 kilogramos de cocaína, más de 5,000 kilogramos de marihuana y más de 20 kilogramos de metanfetaminas. Los cargamentos salieron de Sudamérica, pasaron por México y llegaron a Estados Unidos, dice la acusación, entre febrero de 2015 y diciembre de 2016.

Enfrenta también los cargos de uso y trasiego ilegal de armas, asociación criminal y conspiración para asesinato. En este último caso podría incluirse alguna mención al asesinato de Camarena, si hay un juicio. En la acusación, el periodo de estos crímenes abarca de 1980 a 2018, es decir, cubre la primera etapa de la carrera delictiva de Caro, su tiempo en la cárcel y los años tras su salida.

El coacusado en el caso es su sobrino, Ismael Quintero Arellanes, detenido en Culiacán en enero de 2020. Unos días después del arresto de Ismael, la Fiscalía estadounidense decidió que se hiciera público ese caso, que se había mantenido como secreto desde 2018.

La acusación está radicada en la misma corte de Brooklyn, Nueva York, donde fue juzgado “El Chapo” Guzmán y que aguarda el juicio a Genaro García Luna. El fiscal es el mismo que ha llevado esas otras acusaciones. Los documentos agregan que Caro Quintero ganó millones de dólares con los cargamentos y se valió de acuerdos con funcionarios corruptos para hacer los envíos.

Una parte del dinero volvió a México, principalmente en billetes que se trasladaban físicamente al sur de la frontera, se lee en los documentos. No queda claro en la acusación cuánto de ese dinero se lavó en la economía formal de ambos países o se usó para sobornar a oficiales estadounidenses.

Hace poco, agentes de la Fiscalía General de la República detectaron que Caro Quintero visitaba a una mujer en la colonia Cuauhtémoc de la Ciudad de México. Esta pista les ayudó para rastrearlo.

A unos días de la entrevista de Andrés Manuel López Obrador con Joe Biden, la Marina detuvo a Rafael Caro Quintero, pero no para que responda en México por sus crímenes, sino para extraditarlo y que enfrente las viejas cuentas que tiene pendientes en Washington, y los nuevos cargos que le esperan en Nueva York.

@penileyramirez

 

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