Hace unos meses visité los Emiratos Árabes Unidos (EAU), y aunque políticamente conservan rasgos propios de esa región que en Occidente son criticados, el desarrollo que han alcanzado en sólo cincuenta años es admirable. Dejaron atrás sus condiciones de protectorado británico y se convirtieron en una nación independiente en 1971. La unificación de los Estados y la idea que tenían que perseguir fue mayormente impulsada por Zayed bin Sultán Al Nahayan, su primer presidente e impulsor de un plan a largo plazo, que los ha convertido en una potencia económica mundial.

Ejemplos como el de los EAU demuestran que, como afirmaba Jesús Reyes Heroles, primero es el plan, luego las personas.

Sin su proyecto de recuperación económica, el New Deal, Franklin D. Roosevelt no hubiera sido capaz de sentar las bases para el desarrollo económico estadounidense. Helmut Kohl pasó a la historia por lograr la reunificación de Alemania, que hoy es uno de los países más avanzados de Europa. Más cercanas a México están las grandes reformas que líderes nacionales como Lula da Silva llevaron a cabo para construir sociedades más igualitarias. 

Otro ejemplo de la importancia de posicionar un proyecto coherente como alternativa frente a las inconformidades y adversidades que enfrentan las sociedades es la transición política planteada por el movimiento encabezado por el Lic. Andrés Manuel López Obrador, quien ha logrado construir las bases de un cambio de régimen por el que miles de personas luchamos desde hace décadas.

Por eso, me atrevo a asegurar que el momento político que vive México debe ser valorado en su justa dimensión. En primer lugar, la transición política iniciada en 2018 se logró de manera democrática y, por tanto, pacífica. En segundo lugar, la llegada al poder del movimiento fue tan potente que las condiciones están dadas para que el cambio de régimen se pueda consolidar en las próximas décadas, aunque esto dependerá, precisamente, de nuestra capacidad para poder presentar un proyecto que asegure la continuidad de lo iniciado.

Con esto en mente, presenté el contenido de lo que creemos que debe ser nuestro proyecto de nación rumbo al futuro.

Después de haber escuchado una multiplicidad de voces plurales en todos los estados, nuestro proyecto de nación está compuesto por seis ejes transversales: política fiscal, medio ambiente, política exterior, perspectiva de género, política interna y rendición de cuentas.

La semana pasada presentamos la reforma fiscal que consideramos necesaria para acelerar el camino rumbo a una sociedad más equitativa. En resumen, se busca aumentar la progresividad del sistema recaudatorio, simplificarlo y asegurar que cada contribuyente pague lo que le corresponda.

Presentamos igualmente la política social con que seguiremos combatiendo la pobreza, y las políticas de desarrollo para el campo. Partimos de aceptar la eficiencia de las políticas sociales implementadas por este Gobierno, pero las cuales es necesario reforzar con acciones como la instalación de un seguro de desempleo y la aplicación de un ingreso básico universal.

Con respecto al agro, el proyecto se nutre de las necesidades reales de las y los campesinos que demandan mayores apoyos para tecnificar sus tierras y un cambio legal profundo que ponga fin a los conflictos agrarios y demuestre que el campo es solución y no problema.

El nuestro es un proyecto de nación en construcción. La propuesta de contenido ya fue publicada, y de manera periódica daremos a conocer cada uno de sus puntos. Estamos a tiempo para nutrirlo, con unidad y coordinación. No debemos perder el rumbo o, como expresaba Jorge Ibargüengoitia, no debemos confundir lo grandote con lo grandioso. 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

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