Por: Enrique de la Madrid
Quiero compartirles algunas reflexiones sobre lo importante que es generar una propuesta de gobierno de coalición para la oposición, quizá cómo la única forma de ganar la elección presidencial de 2024 y cómo uno de los ajustes más importantes que necesita nuestro país. Lo hago con el fin de generar diálogo, algo muy importante para nuestra democracia.
La población mexicana está dividida a la mitad, entre los que creen que México va por un buen rumbo y los que consideramos que vamos en franco retroceso.
Esta segunda mitad representa la oposición y es mucho más grande que los partidos políticos, pues debe estar formada por todos los ciudadanos que creemos que México va por un camino equivocado y todos debemos participar en crear una visión de país mejor al que teníamos antes de este gobierno y mejor al que tenemos con este gobierno.
No queremos volver a donde estábamos en 2018, pero lo que tenemos actualmente no es viable y por ello necesitamos un cambio para mejorar el nivel de vida de todos los mexicanos.
Este cambio implica una sociedad de clases medias, donde se elimine la pobreza extrema, se elimine el hambre y que genere igualdad de oportunidades para todos los mexicanos.
Que todos tengamos ingresos suficientes para comer tres veces al día, tener vivienda, vestido y todas nuestras necesidades básicas cubiertas de forma digna. Todo esto en una democracia que respete las libertades.
Esta es la visión que debemos crear entre toda la oposición y también debemos ser conscientes que la única forma en que puede ganar la oposición es que vayamos todos unidos.
Por otro lado, la única manera de mantener unida a toda la oposición es proponiendo un gobierno de coalición. Un candidato por sí mismo no tiene la fuerza necesaria para que todos los miembros de la oposición estén suficientemente motivados y den todo su esfuerzo en su campaña presidencial. Además, muchos ciudadanos de la oposición no queremos un candidato que de ganar pueda poner en su gabinete a quien se le antoje y haga con el poder ejecutivo lo que quiera.
En cambio, una candidatura de coalición les da a todos los partidos y todos los segmentos de la oposición un lugar en el gobierno, para que estén suficientemente motivados para apoyar la campaña.
Dado la votación esperada de cada partido deberíamos asignar las posiciones que le corresponderían en el gobierno, aunque esto debería ajustarse de acuerdo con los resultados finales de la elección, pero siempre en el entendido que cada partido pondrá a las mejores personas, sean o no de su partido.
En una reunión en la que estuve recientemente, una compañera venezolana dijo que la oposición tiene que salir a votar, que eso es determinante, pero que también las alianzas y coaliciones tienen que formarse antes de las elecciones, que de otra forma es muy tarde.
Otra ventaja del gobierno de coalición es que un gabinete lleno de gente de diferentes partidos y segmentos sociales genera contrapesos dentro del mismo poder ejecutivo, algo muy sano para la democracia.
La otra mitad de la población, la que simpatiza con el gobierno actual, está apoyando un partido hegemónico, más aún, el poder se concentra en una persona.
La mayoría de la oposición consideramos que si somos casi 130 millones de mexicanos, no necesitamos un presidente que pretenda saberlo todo y que sólo puede resolverlo todo. Creemos más bien en un gobierno plural, donde todos podamos participar y donde entre todos nos hacemos más fuertes.
Debemos aprender algunas lecciones de los gobiernos europeos, por ejemplo, de sus sistemas parlamentarios, en los que si el partido mayoritario no obtiene la mayoría de los legisladores por sí mismo, se ve obligado a pactar con otros partidos para formar un gobierno de coalición.
Hay una persona que encabezará el gobierno, pero el gobierno está integrado por miembros de muchos partidos y hasta de miembros de la sociedad sin partido.
Otro ejemplo lo tenemos en el sistema de dos vueltas electorales francés, donde si en la primera elección ningún candidato gana la mayoría absoluta de los votos, los dos punteros pasan a una segunda vuelta electoral para fomentar que quien gane sea con la mayoría de los votos.
Este año hubo elecciones en Francia y ningún candidato reunió la mayoría absoluta de los votos en la primera vuelta, Emmanuel Macron obtuvo 28% de los votos, Marine Le Pen el 23%, Jean-Luc Mélenchon el 22% y otros nueve candidatos obtuvieron el resto de los votos.
Macron y Le Pen avanzaron a la segunda vuelta en la que ganaría el candidato que obtuviera la mayoría absoluta, por ello tuvieron que hacer acuerdos con los demás partidos y candidatos que no avanzaron a la segunda vuelta, pedirles su apoyo y a cambio sumarlos de alguna forma a su gobierno en caso de ganar.
A los miembros de la oposición en México no nos alcanza de manera individual para ganarle al gobierno, así que tenemos que ir en coalición desde la primera y única vuelta electoral que existe en nuestro país.
En 2018, nuestro modelo ya necesitaba un cambio porque estaba agotado y causaba malestar en los mexicanos, que votaron por un cambio.
En los 70 sucedió algo similar, el modelo de Substitución de Importaciones estaba agotado, en aquel entonces en vez de hacer los ajustes necesarios el gobierno decidió estatizar más la economía y pretender que el gobierno sólo resolviera nuestros problemas, lo que generó una grave crisis.
Una vez más el diagnóstico del gobierno es el equivocado, cree que para resolver los problemas que tenemos se requiere centralizar el poder y exacerbar el presidencialismo. Al igual que los 70, pareciera que el gobierno se equivocó en el diagnóstico.
Lo que realmente se necesita es una economía mucho más dinámica, con una mayor participación del sector productivo, un estado fuerte que ayude a regular el mercado y sobre todo más democracia y ello implica un gobierno de coalición, fortalecer los contrapesos del gobierno, dentro y fuera del poder ejecutivo.
Un buen líder trata de rodearse de gente que considera más capaz que él mismo en diferentes áreas, para aprender de ellos, para que juntos logren mejores resultados.
De hecho, no debemos esperar que sean los líderes partidistas quienes nos digan cuál va a ser su propuesta hacia 2024, debemos ser los ciudadanos quienes tenemos que hacer propuestas, posicionar ideas, organizarnos y apoyar las que más nos gusten para que los líderes partidistas entiendan que queremos los ciudadanos y lo adopten.
Una ciudadanía pasiva tiende a permitir gobiernos abusivos y con pocas ideas. Los ciudadanos activos alimentan gobiernos más capaces, porque los fortalecen.
La excesiva centralización económica y política no son solución de ningún problema y más bien se vuelven un problema en sí mismo. Hoy necesitamos menos presidencialismo, más protagonismo de los municipios, de los estados y sobre todo de la ciudadanía.