Siempre apoyé en estos espacios editoriales, por años a AMLO por tener como centro de su discurso a los pobres, a quienes entiendo en la vida como los destinatarios del Evangelio y con quienes tenemos una deuda centenaria por un sistema que no es parejo en oportunidades.
Experto en la comunicación de masas, él ha construido un discurso que ningún político tuvo en México, al conectar directo con el pueblo y decir lo que él quiere oír. Las frases en contra de la riqueza por ella misma y contra los poderosos que tienen todo, es potente para poder ganar aceptación total entre las mayorías pobres.
Hoy reconozco que AMLO incluyendo una narrativa religiosa, cautiva al pueblo mexicano que crédulo, acepta su hablar. Pero el saber los datos reales de la via nacional contrasta con su discurso que manipula a las masas, más ve en él contenidos falsos y que contrastan con la realidad que vemos en las calles.
Así, durante años hemos identificado elementos del cristianismo que explícitamente lo identifican con los fundamentos en los que muchos creemos; se auto califica como “perseguido”, “atacado” y llama a “estar con él o contra él”.
La realidad de las cuentas nacionales y del Presupuesto de Egresos de la Federación, reflejan a un gobierno que utilizó desde el inicio en 2018, los fondos, fideicomisos, excedentes, economías, de gobiernos anteriores, para aplicarlos en sus programas. La orientación a gasto social y no a inversión fija, así como la reorientación a las mega obras emblemáticas, se reflejan en el 75% de reducción del gasto de operación del gobierno federal.
Esto se puede constatar en la desaparición de convocatorias, fondos, apoyos a empresas, transferencias a los estados, que antes permitían formar capacidades en regiones y en microempresas y que ahora no existen ni en la Secretaría de Economía, no en CONAFOR, ni en CONAGUA, ni en CONACYT.
AMLO, el Presidente que afirma desde el inicio la declaración de tener “un gobierno rico con un pueblo pobre”, pasó a la realidad de tener ya un gobierno pobre con un pueblo más pobres. Imposible de refutar por parte de los defensores de la política presupuestal oficial, que las partidas de gasto corriente son ya inexistentes y que la operación de las delegaciones federales en todo el País, reflejan la carencia de los básicos para operar las ventanillas en forma digna para los trabajadores y para ofrecer “algo” a la ciudadanía. Una oficina del gobierno federal es un reflejo fiel de la realidad del “gobierno pobre”.
A esta realidad, de “secar” el gasto de operación, AMLO le llamó “austeridad republicana”, basado en el pensar de Benito Juárez. Los economistas le identifican con medidas neoliberales de control de gasto para controlar la inflación y en la realidad, se trata de una falta completa de recursos por la reducción de ingresos fiscales y el incremento de los programas sociales ante el cercano escenario de las elecciones del 2024.
Pero la brillante idea de Andrés Manuel de transformar la falta de presupuesto después de 4 años de crecimiento económico de menos del 1% del PIB, fue bautizarla como “austeridad franciscana”.
Desde luego que es válido que algunas personas despreciemos lo mundano y que incluso lo llevemos al terreno de la administración de organizaciones, pero cuando se lleva a la realidad de un gobierno que no logró en el sexenio activar la economía, es una irracionalidad, que contrasta con el enriquecimiento de la clase política –que al igual que en sexenios anteriores-, está formada por los familiares y cercanos al Presidente. Algunos llamaron a esto, un “austericidio”, pues detiene más todavía, la operación del gobierno federal.
Amparada en la “seguridad nacional” y ahora en la “austeridad franciscana”, se incrementa la opacidad en las compras y obra pública del gobierno. Tendrían que ser “hermanas de la caridad” los funcionarios públicos que realizan contratos que nunca conoceremos, como el PRI lo hizo por décadas, para no robar.
Prefiero hablar de gobernantes que se sientan con el pueblo, sí. Diferente a las frivolidades e indolencias frente a los pobres, que tuvieron los últimos 3 Presidentes que precedieron a AMLO. Solo que cuando se recurre a manipular la realidad para justificar la incapacidad de crear riqueza y solo saber repartirla, todo en una falsa austeridad, engañando al pueblo, AMLO se convierte en un falso profeta de la austeridad franciscana.