Mark Twain, considerado uno de los grandes genios de la literatura universal, creador de magníficas obras literarias como Tom Sawyer y Las Aventuras de Huckleberry Finn, es señalado como autor de la frase “La historia no se repite, pero rima…”
Esta sentencia, lapidaria, tiene su origen en la propia naturaleza humana que pareciera inalterable, presentando siempre los mismos anhelos, temores, vicios, necesidades y pasiones.
De la misma manera, la Vox Populi tiene entre sus refranes el “Tropezar dos veces con la misma piedra”, aludiendo a esa capacidad (que pareciera propia y distintiva de los humanos) de caer multitud de ocasiones en los mismos errores, trompicar ante los mismos obstáculos o ser víctimas de la misma trampa varias veces, ya sea por ingenuidad, despiste, ignorancia, omisión e incluso negligencia.
Pues bien, así es como pareciera funcionar el sistema sanitario nacional. Tropezamos una y otra vez con las mismas piedras, somos víctimas de los mismos errores y pareciera que no aprendemos en absoluto de lo vivido.
Algo que nos debió haber enseñado la pandemia por COVID-19 es el fortalecimiento de los mecanismos de anticipación y planeación para afrontar desafíos sanitarios, y educación y difusión de información relevante a las poblaciones acerca de las amenazas a la salud poblacional.
Sin embargo, parece ser que esto no fue así. Ante un potencial nuevo desafío asistencial en salud, como es la viruela símica, prevalece la infodemia masiva, entendida como una cantidad excesiva de información (en algunos casos correcta y en otros no) que hace sumamente difícil para la personas hallar fuentes confiables de información fidedigna para poder tomar decisiones razonadas y sensatas y realizar una correcta ponderación de riesgos.
La desinformación apremia, difundiéndose historias falsas o engañosas, muchas de ellas incluso basadas en teorías de conspiración (en su acepción negativa como concepto), y de la misma manera circula información incompleta, inexacta o meramente falsa sobre las características clínicas, epidemiológicas y terapéuticas de las enfermedades en cuestión.
De la misma manera, es notorio que las autoridades sanitarias no han sido capaces de satisfacer las necesidades de información de las poblaciones, limitándose a emitir “estadísticas” (más bien entendidas como numeralia en bruto sin realización de inferencias) o de ser retransmisores de recomendaciones, que al no ser traducidas a la propia idiosincracia, educación y cultura de los diferentes grupos poblacionales, terminan siendo mal implementadas o sencillamente ignoradas.
Al momento nos situamos frente a un potencial desafío epidemiológico y estamos a tiempo (sí, aún hay chance) de difundir a las personas de nuestro país información útil, estructurada y traducible en acciones puntuales, acerca de lo que sucede en el mundo y lo que sucede en nuestro país, como son actualizaciones epidemiológicas, rastreo de pacientes, datos puntuales sobre casos confirmados o muertes confirmadas, pero además difundir información acerca de las intervenciones más eficientes (bajo la mejor y más reciente evidencia) relacionadas a la prevención, diagnóstico y tratamiento, para población general y profesionales de la salud. Todo lo anterior bajo un marco de control de calidad informativa utilizando los medios tradicionales y digitales para su difusión, mediante una supervisión constante y escrutinio de profesionales probos en el tema.
Basta ya de apelar a “que pase lo que tenga que pasar”, “que enfermen los que tengan que enfermar” o “que mueran los que tengan que morir”. Tenemos las herramientas para hacer frente a este y otros desafíos y para antender de manera integral las problemáticas de salud, en el marco de impactos sanitarios, económicos y sociales. Usémoslas. Y de nuevo, autoridades, van tarde…
Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor de especialidad y promotor de la donación altruista de sangre
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