Cuando Ricardo Sheffield era Alcalde, la administración municipal lanzó el concurso “El trámite más difícil”, para que la ciudadanía pudiera opinar sobre el nivel de complejidad en hacer un trámite. Aunque hay procesos federales, estatales y municipales, al final de cuentas la gente no distingue (ni tiene porqué hacerlo) entre esos tres niveles de gobierno.
En México, tenemos miles de trámites que la ciudadanía debe hacer en ventanillas y que tardan “siglos” en lograrse. En teoría, ya hay “ventanillas virtuales” donde algunos trámites se pueden hacer, pero donde te piden documentos digitales que ellos mismos tienen (como el INE o la CURP o el acta de nacimiento). Todo, en un País que diseñó trámites para hacer difícil la vida al pueblo.
El BID (Banco Interamericano de Desarrollo) comprobó con el modelo del Doing Business, que hay una relación directa entre el progreso de una comunidad, con la velocidad con la que desregulan trámites. Países como Singapur son campeones en desregulación (pero con penas severas a quien no cumple) y ciudades como Aguascalientes y Monterrey comprueban que la simplificación en trámites, es prosperidad. Haciendo un sondeo con 75 ciudadanos leoneses en las inmediaciones del Miércoles Ciudadano, obtuve información interesante, dado que casi todos querían hacer trámites municipales y por eso, los estatales y federales no tuvieron peso en los resultados. Los entrevistados mencionaron algunos estatales, pero entre los municipales, que son los que preguntamos, destacaron: queja por cobro en tarifas de agua, descuento en el predial, licencias de conducir, descuentos por tercera edad, licencias de uso de suelo, permisos de construcción, corte de árboles por plaga, entre otros.
Presidí por tres años el Consejo de Mejora Regulatoria de la ciudad, espacio creado para recibir opiniones sobre lo que la gente pide y construir propuestas para que se agilicen los trámites y se reduzca el tiempo del calvario a que somos sometidos. Pero concluí que con buena voluntad no basta. Se requieren políticos valientes y funcionarios innovadores que vean “cómo sí se pueden hacer las cosas” en lugar de repetir el juego de “cómo no”. Es lógico: es su trabajo, les pagan por ello y cuidar la normatividad es cuidar la chamba, aunque la gente sea la que se friegue y sufra.
Por eso en México no fluyen las cosas. Hoy es complicadísimo obtener una FIEL en el SAT o ser el privilegiado en tener una cita en SRE para un pasaporte. Son cuestiones complejas en un gobierno federal pobre y franciscano que no tiene ya ni para pagar el agua en las oficinas federales. En las cuestiones estatales, la adopción, por ejemplo, es tan compleja para las familias que quieren restituir los derechos a los pequeños, como construir una nave espacial. Opino que este (la adopción) es actualmente el trámite estatal más complejo (entre 3 y 4 años), junto con la obtención del uso de suelo que otorga el municipio (1 año en promedio). Ambos, por tener decenas de requisitos que pocos pueden cumplir.
Las leyes y reglamentos complejos, nos complican la vida a la gente. Como en todo el mundo, tener una CURP supuso tener acta de nacimiento y no deberían volver a pedirla, como tener un INE requirió tener comprobantes de domicilio que no deberían ya exigirse. Tener certificados de adopción previos, debería ser suficiente para poder acoger temporalmente a pequeños en resguardo. Tener certificado de secundaria supondría el de primaria. Pero no. Los mexicanos somos expertos en complicar la vida por la base de desconfianza que tenemos unos a otros y de allí el diseño de reglamentos inútiles que complican la vida social y detienen el progreso. Al final de cuentas, son los indicadores de salida, como el número de ciudadanos con trámite concluido y el costo por servicio otorgado, los que deberían medir la calidad del trámite. Es como dividir el costo de un DIF entre el número de pequeños adoptados, como el costo del área de desarrollo urbano entre el número de usos de suelos entregados, los que deberían ser bajos y esto aumentaría enormemente la satisfacción del ciudadano y le cambiaríamos la vida a muchos. No es imposible.