El ejemplo que aportan los morenistas a la vida pública de México, aparte de malo, no es nada convincente. Un partido político que no se puede gobernar a sí mismo no merece gobernar a los demás. Y por los demás nos referimos a todos los mexicanos: ¡gobiérnense bien, primero!

Ciertamente habrán notado, amables lectores, la cantidad y variedad de irregularidades registradas y denunciadas por los mismos morenistas en los procesos que realizaron para “elegir” a los congresistas y consejeros que integrarán el cuerpo “elector” de su partido, mismo que elegirá a los delegados que nombrarán a los candidatos para las próximas elecciones.

En Zacatecas denunciaron la intromisión directa de funcionarios del Gobierno federal realizando abiertas maniobras para predeterminar el resultado del ejercicio de “democracia interna”.

En Colima, la senadora morenista Gricelda Valencia denunció las TRAMPAS y CORRUPCIÓN de su partido.

En Tabasco, Villahermosa concretamente, hubo saqueo de urnas y quema de boletas, además de enfrentamientos a golpes, acarreos y demás chanchullos equiparables a los realizados por el PRI en su peor época.

Pero quizá lo más “refinado”, o descarado, de los chanchullos los reservaron los morenistas para la Ciudad de México en donde operadores de la precandidata presidencial Claudia Sheinbaum, como su Secretario de “Cultura” Eduardo Rojo, armaron un esquema de acarreo y de INSTRUCCIÓN de cómo votar, con los nombres de los “ganadores” ya escritos en un papel, para que no hubiese confusión alguna entre los votantes nada libres sobre quiénes eran los que los jefes (¿o será La Jefa?) quieren que formen parte de la Asamblea electora.

Esto, sin duda, con el fin de cargar los dados a favor de Sheinbaum a la hora de escoger “democráticamente” a quien será el candidato presidencial de Morena.

En todos los casos, los denunciantes mencionan como responsables de los desórdenes y chanchullos, tales como el recoger credenciales de elector y llenar al vapor formas de afiliación, a ese grupo amorfo denominado “servidores de la nación”.

A este grupo lo controlan desde México los “machuchones” de la 4T, por lo que no se requiere demasiada imaginación para suponer que lo que se está armando es un SIMULACRO, en el que se retaca a los organismos asambleístas del partido de personas afines -y sumisas- al pico de la pirámide del poder para que “voten” de la manera en la que los mandamases de la 4T les ordenen votar.

Una observación somera dirá que en NADA difiere esta táctica que el fin de semana vimos operar en diferentes zonas del País a la que emplean los dictadores de Venezuela, Cuba o Nicaragua para que las “Asambleas” sumisas al tirano en turno hagan realidad la voluntad del dictador, todo esto bajo la tramoya de un proceso democrático.

El cual -obviamente- no lo es en lo más mínimo, ya que los “miembros” fueron designados (o más bien, escogidos) por los meros meros basados en su obediencia a la “línea” oficial.

Estos líderes de la 4T le rinden pleitesía verbal a la democracia, pero a la hora de tomar las decisiones no se arriesgan a confiar en ella, de ahí que simulen los procesos para armar el apantallaje que encubrirá la designación directa del favorito por parte del Gobernante en turno.

IGUALITO esto a lo que hacía el PRI con sus “auscultaciones” para disimular el ACCIONAR del “Dedo Ungidor”.

Entre más afirman que son diferentes, más resultan IDÉNTICOS en los hechos estos señores a sus mentores de antaño.

Si ustedes, amables lectores, revisaran el CV de los que hoy nos pseudogobiernan descubrirán que casi todos ellos realizaron sus pininos políticos bajo las siglas del PRI, donde aprendieron de política todo lo que saben. Más aún, donde aprendieron todo lo que hoy en día ponen en práctica.

A ello se debe que muchos de nosotros, al atestiguar todo este tipo de maniobras, sentimos un “déjà vu”, o sea, la sensación de que esta película “ya la vimos”. De la misma manera, nos sentimos absolutamente seguros de que sabemos cómo termina.

Al mismo tiempo, nos percatamos del verdadero género de esta película: es decir, sabemos que no es comedia, que no es drama, que más bien se trata de una fea película de terror. Una en la que desde la primera página ya sabemos que también terminará en pena y lágrimas.

Por lo que se ve, por lo que ha aflorado, claramente se nota que el rumbo que llevamos en esta nación hoy día es uno que no nos conduce a puerto seguro, sino al contrario, transitamos por un sendero peligroso, avanzando rápido hacia el precipicio.

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