“El nacionalismo es hambre de poder templada por autoengaño”. 

George Orwell

 

El nacionalismo es con frecuencia el refugio de los populistas. Culpar a los extranjeros de los problemas de un país, como ha hecho Donald Trump con los mexicanos en Estados Unidos, es una manera fácil de conseguir aprobación y votos. El presidente López Obrador está haciendo lo mismo con los estadounidenses y los canadienses, y también con los españoles, pero eso no nos ayuda a los mexicanos. 

Este 2 de agosto López Obrador dijo que enviaría, con un “propio”, una carta al presidente estadounidense Joe Biden en la que reafirmaría la soberanía energética de México y la disposición de mantener una relación de respeto. “Tenemos que cuidar que sea buena la relación, pero que no nos traten o nos dejemos que nos traten como colonia, porque México es un país independiente, libre y soberano. Y podemos tener muchas oportunidades por la vecindad y por tratarse del país con más potencial económico y comercial del mundo, y todo lo que se pueda obtener en beneficio de México; sin embargo, nada de eso, nada de eso se equipara con la independencia, la soberanía y la dignidad de nuestro país”. 

Los desplantes de nacionalismo ofendido se han convertido en una reacción habitual del presidente mexicano. En marzo pasado, por ejemplo, respondió también con furia patriotera ante un llamamiento del Parlamento Europeo para que México ofreciera mayor protección a los periodistas y el presidente dejara de acosar a los críticos: “Sepan diputados europeos -declaró en un comunicado de tono airado que él mismo redactó-que México ha dejado de ser tierra de conquista y, como en muy pocas ocasiones en su historia, se están haciendo valer los principios libertarios de igualdad y democracia. Aquí no se reprime a nadie, se respeta la libertad de expresión y el trabajo de los periodistas. El Estado no viola los derechos humanos como sucedía en gobiernos anteriores, cuando ustedes, por cierto, guardaron silencio cómplice”. 

No sabemos si el presidente Biden responderá a la carta que con ese innombrado propio le está haciendo llegar López Obrador. En otras ocasiones, cuando AMLO le ha mandado misivas que rompen los protocolos diplomáticos, como su petición de retirar los cargos contra Julian Assange o la solicitud para que suspendiera el apoyo a la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, el presidente Biden ha preferido simplemente no responder. Lo mismo ocurrió con el rey de España, Felipe, cuando López Obrador le exigió una disculpa por la conquista de México. Parecería que el silencio es la respuesta más educada en estos casos. 

Es paradójico, sin embargo, que López Obrador ponga en riesgo miles de empleos y la misma estabilidad económica de nuestro país para defender medidas que él sabe son violatorias a los tratados comerciales firmados ya que quebrantan el principio de neutralidad competitiva que obliga a dar el mismo trato a empresas nacionales y extranjeras. En cambio, no se preocupó por la soberanía cuando “se dobló” ante las presiones de Trump y puso a la Guardia Nacional a perseguir inmigrantes antes que emplearla para brindar seguridad a los mexicanos. 

La experiencia nos dice que el mejor nacionalismo es el que nos hace más fuertes. Construir un sector energético sometido a competencia intensa, que nos permita contar con electricidad y petrolíferos de mejor calidad y precio, dará mucha más fuerza a nuestra nación que insistir en tener dos monopolios obesos e ineficientes en electricidad y petróleo como supuesta garantía de nuestra soberanía. 

 

Suspensiones

El mismo juez Adrián Novelo que otorgó las suspensiones definitivas contra el Tren Maya ha revocado tres, según Javier May, director de Fonatur. Quedarían dos provisionales. Esta revocación es un triunfo para el gobierno que, sin embargo, ha seguido construyendo el ferrocarril con o sin suspensiones. 

www.sergiosarmiento.com

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