EL DECRETAZO de Andrés Manuel López Obrador confirma lo que tanto se temía en la 4T: la Guardia Nacional fue un fracaso. Y no es cuestión de política, sino de aritmética.
LA ORDEN presidencial de incorporar a la Guardia Nacional a la estructura de la Secretaría de la Defensa Nacional, obedece principalmente a que sin soldados y marinos, esa corporación quedaría en los huesos.
DE ACUERDO con la reforma que le dio vida, los elementos castrenses deben reincorporarse a la Sedena y a la Marina al concluir este sexenio. ¿Y por qué no los quiere devolver AMLO? Porque se quedaría con apenas 23 mil efectivos en la Guardia Nacional, ya que los otros 90 mil, en realidad, son militares. Un fracaso en resultados y en su integración.
ESTO quiere decir que el gobierno fue incapaz de convencer a mujeres y hombres de sumarse a su proyecto de seguridad. Pero, sobre todo, que contrario a lo que se ha dicho en Palacio Nacional, este gobierno se sostiene gracias a las Fuerzas Armadas, no al apoyo popular.
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GRAN ALEGRÍA causó la versión de que Elena Álvarez-Buylla podría dejar el Conacyt para irse a la SEP. La alegría, por supuesto, fue del sector científico nacional que ya no puede más con la doctora que cree que existe la “ciencia neoliberal”.
Y ES QUE con todo y que fue Premio Nacional de Ciencias, Álvarez-Buylla ha dedicado su gestión en el Conacyt a ir en contra del conocimiento, al privilegiar la ideología sobre la ciencia. Su legado no es como para un Nobel: una persecución judicial contra científicos, el desmantelamiento de apoyos para profesores universitarios, la imposición irregular de un director en el CIDE y, claro, la farsa de los respiradores y la vacuna Patria para el Covid-19.
PERO, sin duda lo más escandaloso de su gestión es el saqueo de los recursos para ciencia y tecnología, para entregárselos a las obras favoritas del Presidente. Apenas el viernes pasado, tuvo una reunión virtual con legisladores y ahí reconoció que el apoyo a académicos terminó en las pistas del desolado AIFA, por ejemplo.
SI LA IDEA es terminar de demoler a la Secretaría de Educación Pública, la designación de Elena Álvarez-Buylla es más que merecida.
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TAL Y COMO dice el Presidente, en el norte de México hay sequía y en el sureste lo que sobra es agua para que se instalen allá las empresas cerveceras. El problema, sin embargo, es que no hay la suficiente infraestructura, ni abasto eléctrico y mucho menos certeza para las inversiones. Gracias a las empresas cerveceras mexicanas, nuestro País es el primer exportador de este producto en el planeta. Además, se generan 55 mil empleos directos y más de 700 mil indirectos, por lo cual sería bueno que AMLO platicara con el sector cervecero antes de seguir derramando la espuma de las ocurrencias. ¡Salud!