Cada peso que invierte el gobierno del estado y los municipios en infraestructura, se multiplica, cuando menos, por tres. Lo mejor es abrir caminos, llevar agua, producir energía o construir escuelas. 

Gana el constructor que alimenta la cadena de la industria. Ganan quienes tienen propiedades cerca de las obras con la plusvalía, gana el municipio porque cobrará más en los impuestos prediales, pero quien más gana es la comunidad en su conjunto. 

Después de dos años y medio de pandemia, para Guanajuato y su gobernador Diego Sinhue Rodríguez, se abre una ventana de dos años en los que los constructores pueden trabajar día y noche sin parar. Existen recursos, proyectos y oportunidades. En León, por ejemplo, anuncian la ampliación del Malecón del Río y la mejora del Bulevar Aeropuerto. Además invertirán en turismo y apoyo a empresas. 

Hay dos obras pendientes que darían a Guanajuato la posibilidad de crecer y multiplicar oportunidades: una es un acueducto para las ciudades del corredor industrial, otra es una nueva carretera entre Guanajuato y San Miguel de Allende para acortar tiempo y mejorar seguridad. San Miguel se convierte en el destino turístico más importante fuera de las grandes urbes y las playas. Un aeropuerto internacional le daría también acceso directo a las principales ciudades de Texas y a los aeropuertos nacionales. 

León puede y debe sacar la operación del municipio a instalaciones modernas que no estén confinadas en el centro de la ciudad. Lo hizo con gran éxito Querétaro con el desarrollo del llamado “Centro Sur”. Lo mismo puede y debe hacer el estado si quiere rescatar la joya que es Guanajuato. Formas de financiar esos cambios sobran y los beneficios para los funcionarios públicos y los ciudadanos serían tangibles. 

Es urgente rescatar el valor de las tierras de lo que iba a ser la refinería de Salamanca. El estado cuenta con 2 o 3 mil millones de pesos ociosos en tierra con las 900 hectáreas que pueden desarrollarse y ser un nuevo polo industrial para esa zona. 

¿Qué hacer con las tierras compradas a lo largo del trayecto de lo que sería el Tren Interurbano? En sexenios anteriores se invirtieron más de mil millones de pesos dormidos, inútiles hasta hoy. Se llegó al 85% de la compra pero falta el último tirón para crear un transporte interurbano para el corredor industrial. No podemos dejar ese dinero tirado. 

Aunque falten 25 meses para que termine el sexenio, Diego puede marcar rayas de comienzo de obras que puede concluir su sucesora o sucesor. Una buena anécdota en León fue el comienzo del bulevar Torres Landa en la época de Harold Gabriel cuando era alcalde. El gobierno no estaba muy convencido en apoyarlo. Harold, desesperado, mandó máquinas para empezar la construcción. Sabía que no podrían parar. 

A veces lo más difícil es comenzar. No es una historia de Guanajuato sino de la humanidad. Los grandes gobernantes y estadistas arrancaron obras de infraestructura formidables como el Partenón en Atenas sin hacer muchas cuentas de lo que costarían. La Vía Apia construida entre Roma y Bríndisi en el talón de la bota itálica, abrió el Mediterráneo al comercio y comunicó al Imperio Romano con sus colonias. La potencia económica de Alemania y Estados Unidos no podría ser sin sus “autobahn” o las “interestatales” que construyó Eisenhower. Qué decir de la infraestructura construida por China. Nada la iguala.

Incluso el Templo Expiatorio tomó un siglo de construcción, pero hubo alguien que lo imaginó y puso la primera piedra. Ahí está, controvertido en su arquitectura pero orgullo de la ciudad.

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