El 30 de octubre de 2012, Genaro García Luna fue a la embajada de Estados Unidos en México, presentó sus documentos como dueño del restaurante Oggi en Miami y obtuvo una visa de inversionista. La visa le permitió iniciar su vida como empresario al día después de dejar su puesto como secretario de Seguridad Pública del gobierno de Felipe Calderón. Hasta ahora, no se había conocido cómo García Luna la obtuvo.
El 20 de enero, una empresa recién creada en Florida les prestó 315 mil dólares a García Luna y su esposa, Cristina Pereyra, para financiar el restaurante. Unos días después, se hicieron los arreglos para un nuevo préstamo.
“Te anexo el número de la cuenta bancaria de Oggi para que me transfieran 30 mil dólares, según lo hablado con Alexis”, escribió Felipe Barrera, el gerente del restaurante de García Luna y su esposa, al correo de una asistente. A esa cuenta, llegaron 15 mil, 18 mil y otros 12 mil dólares.
En agosto, el gerente de la familia García Luna pidió más dinero. Le escribió directamente a Alexis Weinberg, el hombre detrás de la empresa que envió miles de dólares al restaurante. “Alexis, qué pena molestarte”, escribió. “Quería saber si me pueden dar algo de la plata que habíamos acordado. Qué pena ser tan intenso pero de verdad la necesito”.
En menos de diez minutos, Weinberg respondió. Le pidió al gerente que fuera a la oficina de un abogado en Miami. Allí le entregarían un cheque. A Oggi llegaron otras transferencias de Weinberg. Sumaron 150 mil dólares, entre enero y diciembre de 2012.
En los meses cuando ocurrían estas entregas de dinero en Miami, el restaurante Oggi siempre estaba medio vacío y recibía pésimos comentarios de clientes en sus redes sociales. En México, los Weinberg cerraban negocios importantes.
En enero de 2012, cuando prestaron a García Luna 315 mil dólares en Miami, obtuvieron un contrato con el sistema de prisiones federales de México, por 10 millones. En los meses siguientes, cuando prestaron 150 mil dólares para pagar la operación de Oggi y probar que sus dueños estaban invirtiendo en Estados Unidos, obtuvieron otros cuatro contratos con las prisiones y uno más, con la Policía Federal.
En total, los empresarios que financiaron el negocio con el que García Luna obtuvo su visa para vivir en Miami consiguieron 245 millones de dólares en contratos con el gobierno mexicano en menos de un año, a través de Nunvav, una de sus compañías.
Los correos, los contratos y el dinero que entregaron como préstamo (no hay pruebas en el expediente del caso de que alguna vez se devolviera) forman parte de una demanda civil en Miami, iniciada el año pasado por el gobierno mexicano. La demanda es el acercamiento judicial más claro hasta hoy de cómo García Luna financió su vida millonaria y quién pagó por ella.
Hasta ahora, los demandados han postergado el caso, pidiendo que se desestime la demanda. Pero los abogados de México han conseguido documentos de algunas fuentes clave, como Felipe Barrera, el gerente de Oggi, el restaurante de los García Luna.
Las pruebas apuntan a que García Luna no cumplía con las reglas de la visa de inversionista. No tenía un negocio en funcionamiento, sino un prestamista secreto. Este prestamista, Weinberg, ayudó a García Luna a simular que era un hombre de negocios exitoso en Florida y merecía una visa especial, reservada para quienes invierten sumas considerables en Estados Unidos desde países como México, con tratados de libre comercio.
Ahora, los abogados de México intentan probar en un tribunal civil en Miami que el dinero que los Weinberg entregaron a García Luna eran sobornos por los contratos en México. Mientras, en Nueva York, la Fiscalía busca probar que la vida de lujos de García Luna en Miami provenía de pagos del Cártel de Sinaloa, por ayudarles a traficar más de 50 toneladas de cocaína a Estados Unidos. En los próximos meses sabremos más de ambos casos.
@penileyramirez