“El propósito del terrorismo no radica sólo en el acto violento sino en producir terror”.
Tony Blair
“Algo que no se veía -dijo el presidente López Obrador el 12 de agosto-y ojalá no se repita porque se agredió a población civil, inocente, como una especie de represalia. No fue solo el enfrentamiento entre dos grupos, sino llegó el momento en que empezaron a disparar a civiles, a gente inocente, entonces esto es lo más lamentable de este asunto”.
El mandatario se refería a los hechos violentos de la noche previa, el jueves 11 de agosto, en Ciudad Juárez. De inmediato utilizó estos hechos para reforzar su propuesta de que la Guardia Nacional sea militarizada de manera permanente. “¿Qué hace la policía municipal en Ciudad Juárez si no interviene el Ejército para detener a los responsables de estos crímenes? Entonces, se necesita”.
Los hechos violentos de Juárez, que dejaron un saldo de 11 muertos, entre ellos un niño y cuatro empleados de una emisora de radio, ocurrieron apenas dos días después de los que tuvieron lugar el 9 de agosto en Jalisco y Guanajuato. La expresión del presidente de que “Ojalá no se repita”, por otra parte, pronto cayó por tierra. Ese mismo viernes 12 de agosto hombres armados robaron y quemaron por lo menos 19 vehículos en distintos puntos de Baja California, estado en el que me encuentro en este momento. Si bien esta vez no hubo lesionados, los actos violentos generaron terror a lo largo del estado. Hubo también narcobloqueos, una vez más, en Guanajuato.
La alcaldesa de Tijuana, la morenista Montserrat Caballero Ramírez, emitió un mensaje cuando menos extraño el mismo viernes: “Les pedimos” a los integrantes del crimen organizado “que cobren las facturas a quienes no les pagaron lo que les deben, no a las familias, no a los ciudadanos que trabajan”. ¿Quiénes son los que “no les pagaron lo que les deben”?
El subsecretario de seguridad y protección ciudadana, Ricardo Mejía, declaró en la mañanera del viernes: “Parte de los que estuvieron generando estos eventos delictivos en Ciudad Juárez ya están detenidos. Están identificados como del grupo Mexicles y ya fueron puestos a disposición de las autoridades correspondientes”. Es difícil saber qué tanto un civil conoce lo que está ocurriendo cuando el mismo gobierno destaca que las operaciones contra el crimen organizado las está realizando el Ejército. Por otra parte, si ya las autoridades conocían de la existencia de este grupo, y pudieron detener a sus miembros con tanta rapidez, ¿por qué no se había actuado antes contra ellos? ¿O pensaron que era suficiente darles abrazos?
No extraña que el presidente haya tomado como excusa la violencia de Ciudad Juárez para promover su proyecto de militarizar permanentemente la Guardia Nacional. La violencia le viene como anillo al dedo; López Obrador es un experto en llevar agua a su molino. Pero si la Guardia Nacional militarizada es tan exitosa, ¿por qué estamos viendo este creciente espectáculo de violencia? Más que avances en la estrategia de seguridad, parece que el país está cayendo en un estado de ingobernabilidad.
No hay soluciones fáciles para un problema complejo que ha venido creciendo. No sirve culpar de todo a Felipe Calderón, ni militarizar las policías. Los programas sociales no le hacen mella en realidad al crimen organizado. Quizá la solución es usar la inteligencia para identificar y detener a los jefes de las bandas. Si realmente las autoridades sabían quiénes eran los integrantes de los Mexicles, habría que aplaudirles su eficacia, pero también preguntarles por qué no los detuvieron antes si ya sabían quiénes eran y lo que hacían.
Miedo
Hace 25 años, en agosto de 1997, vine por primera vez a las fiestas de la vendimia en Ensenada. Hoy regreso con la alegría de siempre, pero hay un temor en el aire que nunca había percibido. Los criminales están logrando crear una atmósfera de miedo.
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