“El abismo más difícil de salvar, es el más pequeño.”
Nietzsche.
Este país despierta un morbo peligroso, como esta manía enfermiza de perder capacidad de asombro, como esta conciencia que se indigna con los supuestos actos de discriminación en el Sonora Grill, pero que ya no le impactan las fosas clandestinas que se acumulan por hectáreas.
Es como el porno de lo grotesco. Es como si tuviésemos una obsesión por el fracaso más cruento. Es como si hace mucho nos supiéramos testigos de nuestra caída en el abismo.
Nuestro Presidente ha perdido la razón y sin ella, evidentemente, no hay rumbo. El sexenio está perdido en todos los aspectos: seguridad, economía, salud, infraestructura… Ganamos en ocurrencias y narrativas chocantes. Ganamos en corifeos. Ganamos en resquemores, pero por lo demás, el sexenio está perdido.
Pero si el Presidente se ahoga entre el laberinto de sus locuras, su oposición se pinta más patética, arrebujada en la esperanza de que el tiempo vuelva atrás, de que ganen alguna elección de relevancia, de que un día vuelvan a ser lo que fueron y por lo que el pueblo los mande al carajo.
La oposición no existiría sin el discurso del Presidente, emperador desnudo, porque en México la narrativa política gira en torno a un hombre que parece perdió el juicio, si el presidente propone militarizar, aunque sabemos que no tiene los votos en el Congreso y que su propuesta será bateada en la Corte, todo el discurso empieza a girar en torno a él, López como una adicción en el discurso, López que nos obliga a vapulearlo o alabarlo, López que ya no se pertenece y nos obliga a hacerlo nuestro, López. López. López.
A veces creo que ya no deberíamos hacerle caso, a veces me imagino que un buen día sus más acérrimos críticos y sus más sobajados lame suelas se pondrán de acuerdo y pensarán que la emergencia nacional no radica en los dislates de un hombre sumido en el rencor, sino en un Estado Fallido que agoniza en sus tantos territorios olvidados.
Pero no, la clase política gira en torno a un solo hombre y su particular percepción de la realidad.
Me gustaría saber si las corcholatas se han dado cuenta del país que van a heredar de su amado líder, ¿sabrán el tamaño del tiro?, ¿le apostarán a la pax narca mediante pactos criminales inconfesables?, ¿le apostarán a la mano durísima de la represión?, ¿le apostarán a que nada de eso les afectará porque una vez en la silla se vuelven inmunes de la misma realidad?
Esto se está jodiendo demasiado rápido y no, no solo es culpa del Presidente, sino de todos los que hemos dejado que nuestra realidad se base en una mañanera de circo, maroma y teatro.
De Colofón
Alejandro Moreno retrata a nuestra clase política de cuerpo entero: mentiroso, hipócrita, adicto a la victimización… ¿merecemos eso?
Y todavía faltan 773 días para que termine el sexenio.