“No cabe duda que la verdadera doctrina de los conservadores es la hipocresía”.
Andrés Manuel López Obrador, 2019
Todos podemos tener ideas distintas. Es parte de la naturaleza humana. Hay que aprender a discutirlas en un marco de respeto. Lo que no es aceptable es la hipocresía, como la que ha exhibido el subsecretario de prevención y promoción de la salud Hugo López-Gatell.
Este 16 de agosto López-Gatell lanzó un ataque innecesario e injusto contra el doctor Guillermo Soberón Acevedo, rector de la UNAM de 1973 a 1981 y secretario de salud de 1982 a 1988. Lo acusó de haber iniciado un proceso de destrucción del sector de salud pública de nuestro país: “Él formuló, incluso teóricamente, el proceso de desmantelamiento de lo público para sustituirlo por lo privado. Fue un invento de los sistemas financieros globales, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional, y se aplicó en una gran cantidad de países del mundo, destacadamente en América Latina, incluyendo el Chile de Pinochet y varios otros países”.
Uno puede tener ideas diferentes, pero López-Gatell discrepa de sí mismo. El 13 de octubre de 2020 le rindió un homenaje a Soberón, al día siguiente de su fallecimiento: “El maestro Guillermo Soberón Acevedo fue un magnífico médico de formación bioquímica. Fue uno de los pioneros de la bioquímica en México. Fue fundador del departamento de bioquímica del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, Salvador Zubirán. A él se debe, entre otras muchas cosas, que se haya reconocido el derecho de la protección de la salud como un derecho constitucional, en su momento como una garantía constitucional, consagrada en el artículo cuarto”.
Añadió que Soberón creó la Ley General de Salud y “transformó la Secretaría de Salud”. Fue uno de los impulsores del sistema de la red de laboratorios del Sistema Nacional de Salud Pública. Fundó el Instituto Nacional de Salud Pública. Como rector de la UNAM, “fue un enorme promotor de la cultura. Fue creador del Centro Cultural Universitario. Hizo muchas transformaciones”.
¿Cómo pudo un funcionario tan comprometido y capaz ser al mismo tiempo un despreciable privatizador manipulado por las instituciones financieras internacionales para impulsar políticas similares a las de Pinochet? Quizá el subsecretario obtuvo de repente información que nadie conocía o está haciendo simple gala pública de su hipocresía.
La verdad es que toda la información disponible señala que el doctor Soberón fue uno de los grandes constructores del sistema de salud pública de nuestro país. Él sí quería desarrollar un sistema de salud pública como el de Dinamarca. López-Gatell, en cambio, se ha empeñado en destruir las instituciones creadas a lo largo de décadas por Soberón y sus sucesores, entre ellos Juan Ramón de la Fuente, también rector de la UNAM y secretario de salud, hoy embajador ante Naciones Unidas. López-Gatell ha recortado presupuestos y servicios, y ha tomado decisiones que han provocado una extensa escasez de medicamentos. El actual auge en los servicios médicos privados, incluyendo los que ofrecen los consultorios adyacentes a las farmacias que tanto le molestan, es producto de sus acciones. López-Gatell ha impulsado la privatización de los servicios médicos.
Si por lo menos lo hiciera porque tiene una visión de los servicios de salud, podríamos discutir sus ideas. Pero cuando alguien dice un día que el doctor Soberón fue uno de los grandes impulsores de la salud pública y después lo descalifica como operador de políticas de privatización, hay que cuestionar su honestidad. Y ante la hipocresía, no hay argumento que valga.
Encinas
Hay que aplaudir el valor del subsecretario de derechos humanos Alejandro Encinas. Ante la militarización de la Guardia Nacional, Encinas ha ratificado su convicción de preservar el mandato constitucional y mantener un mando civil.
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