Cuando personajes de la oposición expresaron su opinión respecto a la estrategia de seguridad del Presidente de México debido a la violencia que el crimen organizado desató en el País en los últimos días, miles de usuarios de redes sociales se les echaron encima defendiendo al mandatario. Rápidamente echaron la culpa a todo lo que se les ocurrió, desde la pandemia hasta la guerra de Ucrania y Rusia. Principalmente inculparon al PAN y al PRI que gobernaron con anterioridad eximiendo de responsabilidad a AMLO.  

Como candidato presidencial en el 2018, López Obrador prometió que si ganaba la elección federal, pacificaría al País en tres años, mismos que ya pasaron y los homicidios dolosos registrados durante los tres primeros años de su administración superan a los de los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón. “A mitad de sexenio ya no habrá guerra”, declaró el mandatario. No solo no ha cumplido y la situación ha empeorado, sino que el Presidente se la pasa culpando a sus antecesores y a quien se le ocurra. 

Quien defendió más al Presidente manifestando un apoyo extremo que raya en fanatismo fue el periodista y productor Epigmenio Ibarra, quien utilizó el “sospechosismo” diciendo: “El crimen organizado y la derecha conservadora tienen una larga historia de complicidad. También tienen un interés común: destruir a AMLO. Por eso no debemos descartar que exista un nivel de coordinación operativa, de acuerdo político-criminal, entre el narco y la derecha”.  

Culpas y más culpas sin que el primer mandatario acepte alguna responsabilidad. No me extrañaría que el Presidente que es aficionado a cancioncitas un día nos cante su propia versión de “Y la culpa no era mía, sino de los otros que me antecedían”. “Una persona puede equivocarse muchas veces, pero no se convierte en un fracaso hasta que empieza a culpar a otros por sus propios errores y deje de intentarlo”, sabia reflexión del escritor naturalista John Burroughs. Los amlistas no reconocen que los métodos del mandatario federal no funcionan y que estamos peor que en otros sexenios, pero como dice Burroughs: “Siempre es más fácil creer que negar. Nuestras mentes son afirmativas por naturaleza.”

Alberto Capella ha dirigido la policía de Tijuana, Morelos y Quintana Roo. Tiene observaciones valiosas de las carencias de la política anticrimen del gobierno de AMLO y expresa su diagnóstico: falta de preparación policial, mensajes incorrectos, falta de coordinación institucional. “Delito que no se castiga es delito que se vuelve a repetir”, señala, ya que considera que los ataques de hace una semana muestran la debilidad institucional del Gobierno mexicano ante el crimen. 

Por su parte, el Presidente asevera que su estrategia de seguridad sí funciona y no piensa cambiarla. Insiste en que atender las causas y al mismo tiempo trabajar todos los días de manera conjunta y organizada tendremos paz y tranquilidad, pero los hechos y resultados nos demuestran que no es suficiente y que su estrategia no es la correcta.

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