“Ser desgraciado equivale a ser inocente”
Jean de la Fontaine.
Mientras el foco de la opinión pública se centra por estos días en Jesús Murillo Karam, el primer exprocurador general de la República detenido, viene un segundo escándalo emanado de la caja de Pandora que ha representado Ayotzinapa.
En un país tan necesitado de distractores, Murillo Karam en la cárcel es un asunto que se evaporará más pronto que tarde, ya que poco importa si es culpable o no cuando lo que se requiere son chivos expiatorios, colgarse la medalla de haber resuelto el caso, tener algo que presumir en el sexenio perdido.
Ayer en Contracara, mi programa de televisión en <i>El Heraldo</i>, César Gutiérrez, abogado penalista experto en temas militares, mencionó que dentro de las 20 órdenes de aprehensión contra elementos del Ejército Mexicano se menciona a dos generales, concretamente el ya retirado general de División Alejandro Saavedra Hernández y el general Brigadier José Rodríguez Pérez, que serían acusados no por su participación directa en la ya oficialmente masacre de los estudiantes de Ayotzinapa, sino por supuestas omisiones en los hechos.
Fuentes cercanas en la élite militar me confirmaron que la entrega de los elementos a la justicia civil por el caso Ayotzinapa han generado un choque entre diferentes grupos de la Sedena que miran con recelo y hasta como una traición haber cedido tanto frente a una negociación de Palacio Nacional.
El caso, dicen, fue primero consultado, analizado y autorizado por el mismo general secretario Luis Cresencio Sandoval, que ha aceptado el trato a cambio de un manejo sutil en los medios de comunicación sobre la participación del Ejército en la tragedia de Ayotzinapa, máxime en un momento en el que la imagen de los militares se ha desgastado significativamente.
El discurso oficial será el de un Ejército abierto al escrutinio público y dispuesto a someterse a la justicia.
La fecha de las entregas podría ser próxima al informe del Presidente el próximo primero de septiembre, enmarcado en uno de los desfiles militares más emblemáticos en la época reciente del país y en pleno debate sobre la constitucionalidad de la militarización de la seguridad pública.
Sin embargo, en el Ejército Mexicano también hay una compleja y afilada grilla intestina; con esta acción crecen los disidentes del rumbo que ha tomado la institución y se preparan para una inédita guerra de traiciones.
Eso sí, al menos el Presidente va a quedar bien.
De Colofón
Así de fácil, si no hay prisión preventiva oficiosa no habría preso político y en la 4T nadie quiere menos circo.
Y todavía faltan 766 días para que acabe el sexenio.
@LuisCardenasMX