El Foro Internacional de los “Días H” del 23 y 24 de agosto, fue un espacio de reflexión en torno a la situación de los cánceres hematológicos en México y el mundo, donde participaron pacientes, familias, cuidadores y organizaciones como la Asociación Pro-Trasplante de Médula Ósea (https://uni2.org.mx/medula-osea), coordinadora del evento; así como especialistas nacionales e internacionales.
En México se registran más de 18,000 nuevos pacientes de cánceres hematológicos; siete de cada diez son diagnosticados en etapas avanzadas de la enfermedad.
Cuatro de cada 10 familias destinan sus ingresos para atender a su enfermo, por falta de cobertura en el sector público.
Los avances en investigación y desarrollo en cáncer han sido inmensos, por tanto, se demandan tratamientos de alta complejidad y costos elevados con grandes repercusiones sociales, económicas y emocionales, tanto a nivel personal como familiar.
En una mesa se discutió el papel del Fondo de Gastos Catastróficos (hoy Fonsabi), la disminución del presupuesto en salud, los cambios en el proceso de adquisición de medicamentos, y la concurrencia de la pandemia en el manejo de los pacientes con cáncer hematológico. Al término de la misma preguntaron al médico que ejerce en uno de los hospitales más especializados en el manejo de cáncer que hay en México, después de oír las deficiencias que existen ¿nos puede decir cómo le hacen para atenderlos? La respuesta que imaginé nunca llegó; después de un largo silencio contestó: En resumen, ¡hacemos milagros!
La misma semana acudió a la Cámara de Diputados Juan Ferrer, último director del Seguro Popular y actual director del INSABI, diciendo bajo protesta de decir verdad que a pesar de “que ya se compraron todas las medicinas que se necesitan”, ¡estas no llegan a los hospitales! haciendo creíble el testimonio del médico de que ¡hacen milagros! 
La cadena de errores que causan horrores por la falta de medicamentos, que además son elementos críticos en los pacientes con cáncer hematológico, inició con nombrar a la Oficialía Mayor de Hacienda, con nula experiencia en el ramo de la salud, que debiera comprar dos mil millones de piezas para un año.
Luego se designó al Insabi, quien contrató a la UNOPS (https://proyectosaludmexico.org/) después de haber pasado por fallas y tropezones en 2019 y 2020. Otro error fue eliminar a los distribuidores y designar a Birmex como agente único logístico para distribuir los medicamentos, resultando en un fracaso absoluto. 
Otro fue la sustitución del Cuadro Básico de Insumos para la Salud ordenado por nivel de atención por un mamotreto llamado Compendio, el Insabi en su primer pedido y por la prisa e ignorancia incluyó la adquisición de “Ranitidina”, un medicamento con alerta sanitaria; medicamentos sin registro sanitario vigente e incluso medicamentos que ya no se producían en el país, por mencionar solo algunas pifias.
Utilizar la plataforma Ambiente para la Administración y Mejora de Atención en Salud (Aamates) para “consolidar el pedido” fue otra falla por no saberlo utilizar. Los productores de medicamentos y los datos muestran que las cantidades de medicamentos que pretendían adquirir, comparadas con las compras habituales del sector salud, eran o muy altas o muy bajas. Si el Insabi pasó ese Compendio con estos errores a la UNOPS, imagino los esfuerzos que tuvieron que hacer: ajustar, corregir, verificar y luego renegociar cantidades recorriendo el proceso de adquisición, y quizá explique porqué no lograron cumplir las metas a las que se habían comprometido. ¿Sirve o no el Aamates? 
La distribución es ahora el malvado de la película, a decir de Juan Ferrer. Ya lo había denunciado quien esto escribe, que al utilizar una estrategia centralizada eliminando el sistema existente era un error. No saben planificar y los contratos de los operadores logísticos fueron tardíos, con mal diseño estratégico, con tardanza en las adjudicaciones, con cambios justo en los procesos de entrega que requirieron recalendarizarlas, llegando al desabasto de medicamentos del cual hemos sido víctimas.
Además es un sistema que carece de trazabilidad, es decir, no hay seguimiento de la cadena de distribución desde el momento en que lo recibe el distribuidor hasta que ¿llega? a las unidades de salud, y situación más compleja son los cambios de distribuidores por licitaciones repetidas. Todo lo anterior ha generado la situación de la que aún no logramos salir, es decir, no hay abasto suficiente y la mayoría de las compras las realizan directamente las entidades del sector, por fuera del trabajo de la UNOPS, comprando a precios mucho mayores. 
La Auditoría Superior de la Federación y la Secretaría de la Función Pública deberán ver a fondo la gestión del Insabi, que ha creado un verdadero caos. Deben corregir el rumbo, IMSS-Bienestar incluido. Hago un reconocimiento a todas las familias, médicos y enfermeras, convocándolos a que continúen ¡haciendo milagros!

 

RAA

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