“El santo no es tibio ni mediocre.”

Juan Pablo II

Faltan aún 638 días para el 2 de junio de 2024 y todos sabemos que la carrera por la sucesión de López Obrador ha sido adelantada por él mismo. Si lo hizo como un distractor o como una aceptación tácita de la ausencia de resultados o como una apertura democrática o como una ocurrencia, da igual. Estos son tiempos de definiciones.

La batalla por la presidencia de la mesa directiva en el Senado de la República puede leerse como una declaración de guerra entre las tribus del oficialismo para el 2024. Encabezados por Ricardo Monreal, se ha confirmado un grupo de rebeldes al rumbo que ha tomado el país bajo las tentaciones autoritarias de López Obrador y han mandado un mensaje claro: ser de izquierda no es igual a ser un tapete de Palacio Nacional.

Monreal ha sumado puntos y se ha fortalecido ante los que ya, claramente, son suyos: Monreal encabeza a los cuadros moderados del partido, parece que le arrebató esa corona a un Marcelo Ebrard que no encuentra aún la forma para dibujarse, que se obliga a quedar bien con el ala dura del lopezobradorismo que, en el fondo, realmente lo aborrece.

Ebrard tendrá que definirse muy pronto, es claro que él, como Monreal, no representa una continuidad ni de las formas ni de las ideas ni de los arrebatos de su jefe, López Obrador. Su tibieza puede costar caro a sus aspiraciones.

Del otro lado del oficialismo viene, con toda seguridad, una vendetta. Los duros no saben perder y cobrarán cara la afrenta a Monreal que, sabe muy bien, no está en los cariños del Presidente, pero sí en sus resquemores.

La ruptura está cantada, ¿para cuándo?, ¿quién lo apoyará cuando el cancerbero de Mario Delgado le cierre las puertas del partido en las narices?, ¿se arrebujará con el PAN de Marko Cortés, el PRI de Alejandro Moreno y el PRD de Jesús Zambrano?, ¿con Dante Delgado y su MC que insiste en ir solo?, ¿será que los dueños de los partidos de oposición aceptarían algo así?

De momento no lo parece, la oposición vive en el tortuguismo del pasado.

En el caso de Claudia Sheinbaum la definición es clarísima: la Jefa de Gobierno se asume como la copia en femenino de López Obrador, de hecho, la contratación de uno de los asesores políticos más cotizados en la actualidad, el español Antoni Gutiérrez-Rubí, tiene como misión posicionarla entre los públicos más jóvenes que no parecen muy convencidos con la política del Presidente, apostarán a las redes sociales, particularmente a los sistemas de microvideos como Tik Tok o Kwai. Ya veremos qué tal sale; el carisma no es precisamente el fuerte de Sheinbaum.

Adán Augusto López no tiene que definir nada, es el plan B, el as bajo la manga, el peor es nada si se cae la favorita, es otra copia y nada más.

Claramente, el Presidente se decanta por los duros, no quisiera entregar su legado a quien no le bese los pies, ¿de verdad, los moderados piensan que la elección del candidato será ajena a Palacio Nacional?

De Colofón

Ayer fue el 4o. Informe de López Obrador, aunque en la realidad ha dado ya 15 informes llenos de repeticiones, inexactitudes o francas mentiras. Dudaba que hablara del país incendiado o que mencionara a Rosario Lilán Rodríguez Barraza, que fue asesinada el miércoles en Sinaloa mientras buscaba a su hijo desaparecido.

Y todavía faltan 759 días para que termine el sexenio.

 

@LuisCardenasMX

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