¿Por qué la salud es cada vez más costosa? y ¿Por qué se tiene que invertir cada vez más en salud? Estas son dos preguntas que suenan de manera frecuente en el quehacer diario de la sociedad.

Durante décadas, los costos asociados al cuidado de la salud han aumentado con mayor rapidez que otros bienes o servicios y esto puede explicarse en parte con una teoría económica que suele pasar desapercibida o es menospreciada incluso: hablamos de “El Efecto Baumol”.

De manera “ordinaria” el canon económico establece que los salarios aumentan cuando hay un incremento de productividad. Sin embargo, por la década de los 60’s, William Jack Baumol, un economista de Nueva York, observó algo que para él fue por lo menos curioso: los músicos de su ciudad natal (y de otros lugares) llevaban mucho tiempo sin volverse “más productivos”, pues el tocar una pieza musical escrita para 4 violinistas, por ejemplo, les costaba la misma cantidad de tiempo y esfuerzo en 1960 que cuando se tocaba esa misma pieza 100 años antes cuando había sido escrita, pero estaban siendo más costosos y cobraban más caro que aquellos músicos de 1800.

La explicación de lo anterior se basa en que el aumento de la productividad de los trabajadores en otros sectores de la economía, como el de la manufactura, impulsa el incremento de los salarios. Por ello (y basados en el ejemplo) una sala de conciertos que insistiera en pagarle a sus músicos sueldos de 1800 en una economía de 1960, se enfrentaría a que sus músicos estarían renunciando constantemente para buscar otro tipo de trabajos, por lo que esas empresas musicales (al menos las que pudieran hacerlo) tendrían que incrementar sus salarios en orden de atraer y retener a los mejores músicos. Se entiende entonces que la consecuencia directa del incremento de la productividad en el sector manufacturero de la economía (que puede darse el lujo de incrementar salarios mientras reduce costos e incluso los precios de sus productos) de manera inevitable eleva el costo de los servicios que son de “labor intensiva” especializada humana.

Esto es lo que se conoce entonces como la “teoría de enfermedad de costos de Baumol” y el propio autor se dio cuenta que esto tenía implicaciones más allá de la música y las artes, puesto que hace evidente que en un mundo de progreso vertiginoso en las áreas de tecnología, se espera que el costo de los productos manufacturados en todas sus vertientes disminuya (como los teléfonos, automóviles, ropa, zapatos, entre otros) porque se cuenta con los mecanismos para producir miles o millones de los mismos con sistemas automatizados o de producción en serie, mientras que aquellos sectores que se basan en la prestación de servicios que involucran labor intensiva personalizada y de capacidad limitada (como los profesores, el cuidado de adultos mayores, prestación de servicios legales, entrenadores físicos, pasando por barberos y hasta “coaches”, para llegar a los profesionales de servicios de salud) ven incrementados sus costos de manera sustancial.

Año tras año, los servicios de salud se han encarecido, mientras que los precios de otros bienes de manufactura son más accesibles cuando se considera la tasa de inflación relativa, es decir, se comportan como lo predijo Baumol.

Ahora bien ¿esto por qué es importante? Hay que señalar lo fundamental del entendimiento de esta teoría por aquellos que diseñan políticas públicas en salud y los que tienen relación con la administración y finanzas de los sistemas sanitarios en los sectores público y privado, puesto que habrán de interiorizar que el incremento continuo de los costos de los servicios de salud no necesariamente es algo “anormal” o que es una aberración del comportamiento económico, sino que, hasta que no inventemos doctores o enfermeras robots o mecanismos de plena automatización en la prestación de servicios de salud, podemos esperar que esos sectores de “baja productividad” se vuelvan cada día más costosos. Derivado de ello, se tendrán que establecer los mecanismos para invertir de manera suficiente y oportuna incrementando la proporción de gasto per cápita en salud en relación al producto interno bruto de manera constante y sostenida, para poder proporcionar servicios de salud eficientes y oportunos. No existe otro mecanismo: la calidad y accesibilidad en salud se respalda con presupuesto y cada vez (de manera obligada) se tiene que invertir más en este sector.

Dr. Juan Manuel Cisneros Carrasco, Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor de especialidad y promotor de la donación altruista de sangre

 

 

 

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