Y ya de verdad, ¿qué pasó?

Llamó la atención ver cómo el presidente Andrés Manuel López Obrador criticaba fallos judiciales el miércoles pero decía que no iba a identificar a los responsables, para que un día después el subsecretario de Seguridad de su gobierno, Ricardo Mejía, expusiera una larga lista de ellos, a quienes acusó de permitir que siguieran en libertad presuntos delincuentes.

Como se sabe, uno de los casos que salió a relucir fue el de Paulina Irais Medina Manzano, jueza de control del juzgado del Sistema Penal Acusatorio y Oral en Guanajuato, quien decretó la no vinculación a proceso de la madre de José Antonio ‘N’, “El Marro”, líder del Cártel de Santa Rosa de Lima, y cuatro personas más detenidas en un operativo el 20 de junio de 2020.

Aquel caso tuvo muy graves consecuencias para Guanajuato y más que a nadie a nosotros nos interesaría que fuera debidamente aclarado, pese al tiempo que ha pasado.

Baste recordar que la captura provocó aquel sábado los incidentes más violentos que hubiera padecido el estado hasta el mes pasado, cuando ocurrió la ‘noche de los Oxxos’. En venganza por la captura de familiares de su líder, el cártel local provocó disturbios en 14 municipios del estado. A Celaya le tocó la peor parte, con 29 reportes de incendios, 21 vehículos, siete negocios y un baldío.

La cuestionada liberación de los parientes del líder huachicolero se produjo el domingo 28 y trajo tras de sí una estela de hechos violentos: la ejecución de uno de los abogados que atendió el caso y la de tres policías de Silao que supuestamente habían detenido el vehículo de los abogados en un retén ilegal. Y luego vino lo peor.

Uno de los detenidos el 20 en el operativo realizado en la comunidad de San Isidro de Helguera, en Celaya, fue Jesús Emmanuel “N”. ‘El Jordan’, como se le conoce también, salió libre aquel domingo 28 y tres días más tarde, el miércoles, encabezó el grupo que masacró a 27 jóvenes en el anexo “Recuperando la vida”, en Irapuato

Fue capturado de nuevo el 5 de julio y vinculado a proceso como presunto responsable de los delitos de homicidio calificado en agravio de los fallecidos y homicidio calificado en grado de tentativa contra otros seis internos que resultaron heridos.

Dos años y dos meses después de los hechos, el gobierno federal culpa a una jueza de control de haber liberado a aquel grupo. E incurre en nuevas incongruencias: aquel mismo 1 de julio de la masacre, en tronantes declaraciones, el fiscal de la República, Alejandro Gertz Manero, culpó a la Fiscalía de Guanajuato de haber realizado “un montaje” y exculpó expresamente a la jueza local (“un juez de ellos”). Horas antes, López Obrador había señalado la responsabilidad de los jueces, como hizo de nuevo este jueves Ricardo Mejía.

¿Qué fue en verdad lo que falló?

El operativo en San Isidro de Helguera el sábado 20 de junio de 2020. En represalia, hubo disturbios en  14 municipios y a Celaya le tocó la peor parte.
Foto: Archivo

Aquellos informes

Dicen y creo que con razón que cuando se nos vienen los años encima, tendemos a sostener aquello de que “todo tiempo pasado fue mejor”. Pero me van a perdonar, pero al menos en cuanto a los informes presidenciales, la sentencia es válida.

Luego de ver el descafeinado mensaje que ofreció el jueves el presidente López Obrador a los mexicanos, evoco con nostalgia aquellos fenomenales agarrones que me tocó presenciar.

Muy en especial, el de 1988. Facebook me recordó el mero 1 de septiembre que hace 9 años traje a cuento el último de los informes de Miguel de la Madrid, ocurrido hace ya 34 años, en 1988. 

Fue aquel el año en que arrancó el cambio en el País, con la elección entre Carlos Salinas, Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel Clouthier y la votación que llevó a tener un Congreso plural que propició aquella ceremonia áspera, caótica… e inolvidable.

No tenía entonces a mano la crónica que mandé aquel día por fax a AM, pero tengo ahora la oportunidad de consultarla. Destacaba, como era de esperarse, el papel del paisano don Miguel Montes García como presidente de la LIV Legislatura y sus intentos de controlar las protestas, que logró muy apenas. “A ver cómo nos va”, me dijo en una charla previa. Y así les fue.

El momento culminante de aquella ceremonia fue cuando el presidente Miguel de la Madrid emprendió, tras la pausa de rigor, la lectura de lo que se había dado en llamar “el mensaje político”.

No había terminado de recordar que seis años atrás había protestado “mirar en todo por el bien y la prosperidad de la nación”, cuando resonó estruendoso el grito del senador Porfirio Muñoz Ledo: ¡Miente, señor Presidente!. 

Lo que vino después fue un escándalo, gritos y aplausos de los opositores, gritos y aplausos de los priistas, entre quienes destaqué en mi relato al secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, quien por operar la caída del sistema ligó el cargo de titular de Educación en el ahora tan criticado gobierno neoliberal del Carlos Salinas de Gortari, al que sirvió hasta enero de 1992, cuando se fue a gobernar Puebla. Y luego, pues ya sabemos.

Son recuerdos de momentos históricos para el País. Es una lástima que ya no podamos realizar ceremonias como estas, que uno supone indispensables para la salud democrática de un País. Ojalá vengan tiempos mejores y que la tolerancia deje más espacios para la discrepancia.

Una imagen de aquel informe del jueves 1 de septiembre de 1988. Medio oculto por el atril, a la izquierda, el diputado Miguel Montes. Reflexivo, el presidente Miguel de la Madrid, es una de las 11 interrupciones que sufrió durante la lectura de su informe. A la derecha, su secretario Emilio Gamboa Patrón susurra algo a un elemento del Estado Mayor Presidencial. Y también a la derecha, con gesto hosco, el político hidalguense Humberto Lugo Gil.
Foto: Archivo del autor

¿Qué ver, qué leer?

Somos la única especie que lanza objetos con precisión. Es una capacidad que desarrollaron los hombres primitivos y no tienen los primates. Ha sido una habilidad esencial para la evolución. Los chimpancés son incapaces de hacerlo y no por carencias cognitivas, sino que les falta coordinación; no sirve de nada ser más bruto si los demás miembros del grupo saben lanzar piedras, son rivales insuperables. 

Poco a poco, la fuerza fue reemplazada con la política…gracias a  las piedras que aventábamos. Los chismes, las revelaciones, son nuestras piedras modernas: acaban con la reputación de alguien y lo inhabilitan para convertirse en jefe.

Reflexiones tan sabrosas como esta integran el libro “La vida contada por un sapiens a un neandertal”, primero de dos textos similares que han publicado el escritor Juan José Millás y el paleontólogo Juan Luis Arsuaga (el segundo es “La muerte contada…”). Una lectura amena, enriquecedora, que hace pasar a cualquiera un buen rato, te la recomiendo.

El escritor Juan José Millás, que hace de neandertal en el diálogo, y el paleontólogo Juan Luis Arsuaga.
Foto: El País

MCMH

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