López Obrador hizo lo que tenía que hacer: apostar por cooptar al PRI en vez de perseguirlo. En Palacio Nacional —me dicen mis fuentes— ya estaban preocupados porque sentían que se les estaba pasando la mano con el dirigente priísta, Alejandro “Alito” Moreno: juicio político, carpetas de investigación, una grabación por semana exhibiéndolo. Les preocupaban las consecuencias mediáticas y jurídicas, incluso a nivel internacional, del eventual encarcelamiento de un opositor, que se sumaría al activismo de AMLO a favor de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Alejandro Moreno nunca ha sido ajeno a López Obrador. Llegó a la dirigencia del PRI con el respaldo del presidente. “Amlito”, le han apodado en distintos momentos. Su figura escaló dentro de la alianza opositora con el PAN y el PRD, sorprendió en ese grupo por su capacidad de operación electoral, pero al mismo tiempo se volvió —grabación a grabación, expediente a expediente— ícono de una clase política frívola, distanciada de la realidad, motivada por el dinero, que abusa del poder como herramienta cotidiana. Eso no sólo dañó al PRI, dañó a la Alianza. Cuando voces de su partido le pidieron renunciar, Alito Moreno mostró que tiene control total del aparato priista, pero está peleado con sus gobernadores; tiene en el bolsillo a sus diputados, pero sus senadores están en su contra; y ha roto los puentes de interlocución con cualquier otro grupo interno que no sea el suyo.
Ayer, a consecuencia de una iniciativa de ley alineada con AMLO que presentó una diputada priista respaldada por su dirigente, PAN y PRD anunciaron que la alianza opositora está suspendida temporalmente. Alito dice que la alianza no está en riesgo y que no hay ruptura… pero que el PRI apoyará la militarización que impulsa López Obrador.
No es la primera vez que el líder priista juega a las indefiniciones. Lo hizo igual durante la discusión de la ley eléctrica: durante meses coqueteó con la idea de votar con el gobierno o con la oposición. Ganó tiempo e impunidad. Quizá está intentando la misma estrategia. De entrada, ya no hubo grabaciones esta semana, ya no se habló de carpetas de investigación ni se sabe que haya avanzado un centímetro el desafuero en su contra. Hace unos meses, en la iniciativa eléctrica, Alito se decantó del lado opositor. Esta vez ha mandado señales claras de que votará con Morena.
Si lo hace, el PRI quedaría todavía más fracturado. Y representaría un enorme reto en la designación de candidatos para las próximas elecciones. Además, PAN y PRD no tendrían más opción que cumplir su amenaza y romper la alianza con el PRI… y quizá volver a buscar a Movimiento Ciudadano. Recuerdo que cuando se hacían los primeros esfuerzos por conformar la Alianza, antes de las elecciones de 2021, el gobernador de Jalisco, el emecista Enrique Alfaro, mandó un mensaje a los arquitectos de la coalición opositora: MC se suma si el PRI se baja. ¿Estará vigente el planteamiento?
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